Un ejemplo: la campaña que acaba de lanzar «People for the Ethical Treatment of Animals» (PETA), que el pasado viernes empezó a visitar escuelas de toda Gran Bretaña, repartiendo propaganda con el fin de disuadir a los niños de beber leche. Según el «Wall Street Journal» del 28 de mayo, estas tarjetas con dibujos, basadas en el modelo de las de los personajes «pokemon», contienen figuras como «Chubby Charlie», un niño con una enorme barriga blanca, que hace el gandul en una sucia silla verde bebiendo leche. Cuando bebe del cartón de leche, el líquido blanco se le sale por las orejas y el ombligo. Otra figura es «Spotty Sue», una niña rubia que se mira en el espejo con la cara cubierta de granos.
La campaña de PETA está siendo duramente atacada por el Consejo Nacional
Británico de Productores Lácteos como «totalmente irresponsable» y ha sido condenada también como engañosa por la Agencia de Alimentación del Reino Unido, según informa el periódico.
Otro ejemplo es el susto del que se difundió amplia información hace unas semanas. Se hablaba de decenas de miles de crías de foca atrapadas y en peligro de muerte en el Mar Blanco de Siberia. La revista británica «New Scientist» informaba después, el 15 de mayo, de que la alarma porque más de 200.000 crías de foca estuvieran atrapadas en témpanos de hielo en el Mar Blanco de Rusia y pudieran morir de hambre era falsa.
Ninguna foca estuvo en peligro, dijo Masha Vorontsova, directora de la Fundación Internacional para la Protección de los Animales de Moscú, que sobrevoló los témpanos de hielo del Mar Blanco. «Vi sólo decenas de focas en los témpanos. La situación es normal», declaró al «New Scientist». «La circunstancia actual es que no hay ningún desastre ni lo hubo jamás». Naturalmente, esta información nunca recibirá el mismo espacio en los medios de comunicación que el que se dio a la primera alarmante noticia.
Otro caso de exageración es la situación de la selva brasileña. Las advertencias de que Brasil está siendo deforestado rápidamente son cada vez más comunes. Sin embargo, tras un reciente informe del Gobierno, las autoridades brasileñas han tratado de clarificar la situación. De acuerdo con un reportaje de la BBC, del 23 de enero, un informe científico publicado por la revista «Science», que predecía la pérdida de gran parte de la selva amazónica hacia 2020, se basa en hechos poco fiables y «futurología ecológica», dijo el ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil.
«No hay nada que proporcione base científica a una proyección de deforestación del 42% en 20 años», dijo el ministro. La Embajada Brasileña en Londres declaró que el estudio proyectaba erróneamente las tasas actuales de deforestación al futuro. «Si continuara el mismo índice de deforestación durante los próximos 20 años, lo que es altamente improbable teniendo en cuenta la serie de medidas puestas en práctica para proteger la selva, la pérdida podría llegar al 8% y no al 42% como afirma el artículo», dijo la embajada.
La BBC citaba a Philip Stott, profesor de biogeografía en la Universidad de Londres, quien apuntaba que es un mito muy extendido el que el Amazonas y otras selvas tropicales estén a punto de desaparecer. «Nuevas investigaciones en Brasil sugieren que, aproximadamente el 87,5% del área incluida en los mapas como perteneciente al Amazonas sigue intacta y que, del 12,5% que ha sido deforestado, entre un tercio y la mitad está en proceso de regeneración», dijo.
Mientras tanto, en Europa la gente se interesa cada vez más por los temas de salud y ecología, fenómeno que fue analizado por el «Washington Post» el pasado 1 de marzo. Parece que casi todo en la vida diaria encierra un peligro mortal, desde un bol de cereales, hasta un bocadillo de jamón, por no mencionar los viajes en avión o el uso de teléfonos móviles. El «Post» comentaba que la «falta de base científica de muchas de las inquietudes no detiene la avalancha» de preocupaciones.
Mart Saarma, un biólogo del Instituto de Biotecnología de Helsinki, atribuye a la «cultura del temor» el sobrevolar los auténticos problemas de salud, las tendencias del medioambientalismo, el anti-Americanismo y la vena pesimista de la psique europea.
Otra teoría relaciona este fenómeno con el descenso de las creencias religiosas. «Los que acuden a la iglesia ahora son menos del 15% de la población», dijo Philip Lader, el embajador estadounidense en Gran Bretaña, y esto podría producir «una necesidad humana por otros temas más importantes que la vida. Quizá ello tiene algo que ver con el fervor casi religioso de la oposición a los alimentos genéticamente modificados».
Grupos extremistas en Estados Unidos
Pero no solo Europa sufre excesos. En Estados Unidos, el «Frente de Liberación de la Tierra» (ELF) está considerado por las autoridades estadounidenses como responsable de varios atentados con incendios provocados. En el último, hace unos días, un fuego destruyó un laboratorio de investigación en el Centro de Horticultura Urbana de la Universidad de Washington, y otro acabó con edificios y vehículos de un vivero en Oregón.
Según informaba el New York Times el 23 de mayo, las autoridades federales tienen fuertes indicios de que ambos incendios fueron realizados por ELF, un grupo de ecologistas radicales -organizado a base de células independientes- enérgicamente opuestos a la investigación sobre la modificación genética de árboles.
El movimiento ha reivindicado su autoría en incendios provocados y vandalismo contra varias propiedades comerciales en los últimos años, incluyendo una instalación de esquí en Colorado, un almacén de madera en el sur de Oregón, y zonas residenciales de Long Island y otros lugares. Cuatro adolescentes fueron acusados de los incendios en Long Island a principios de año.
Algunos profesores en el centro de horticultura de Seattle dijeron que les parecía especialmente desafortunada la ironía del daño. Mucha de la investigación de estos centros se dirige a la protección y regeneración del medio ambiente, y el incendio podría haber acabado con buena parte de una rara especie.
Según un perfil de ELF, publicado por el diario canadiense «Globe and Mail» del 24 de abril, el FBI lo ha catalogado como uno de los grupos más peligrosos del país.
ELF se formó en Inglaterra, a principios de los años 90, cuando algunos miembros del grupo ecologista radical «Earth First!» trataban de emprender acciones más extremistas. Copió estrategias del «Frente de Liberación Animal», un grupo radical de defensa de los derechos de los animales.
La rama norteamericana del ELF empezó a actuar en 1997 y pronto fue bien conocida por sus tácticas peligrosas, como la de poner espigones en los árboles para impedir su tala. El año pasado cambió su foco de atención de los temas de los bosques a causas ecológicas más urbanas.
Un portavoz del ELF, Leslie James Pickering, explica que quienes apoyan al grupo creen que los humanos cometieron un error fundamental hace 10.000 años al pasar de la caza y la recolección al cultivo agrícola. «Aprendimos a hacer instrumentos para sobrevivir, y así lo hicimos durante tres millones de años, antes de que iniciáramos el camino de la agricultura hasta donde estamos hoy. Y pienso que es ahí donde cometimos el mayor error».
Pickering añade: «El total antropocentrismo de nuestra especie es el núcleo de este problema: el concepto de pensar que somos algo distinto que una parte de la naturaleza».
En su audiencia general del 17 de enero pasado, el Papa daba la bienvenida a la creciente sensibilidad hacia los temas ecológicos y urgía a los cristianos a ser fieles administradores del reino de Dios. Hacerlo así requiere evitar exageraciones no científicas y posiciones extremistas que solamente desacreditan el interés auténtico por el medio am
biente.