Monseñor Tauran viajó a las Filipinas el 1 de junio para participar en la celebración de los cincuenta años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Filipinas.
Juan Pablo II –recordó el «ministro» de Asuntoas Exteriores del Vaticano- ha dedicado enormes energías para derribar murallas entre las religiones y «su ardiente deseo es la unidad de los cristianos y establecer relaciones significativas con los no-cristianos».
Promoviendo la armonía entre los pueblos, la religión juega un papel importante en la promoción de la justicia. Y explicó: «Estos dos elementos, armonía entre los pueblos y justicia en la sociedad, son los principios que guían nuestras relaciones con todas las religiones».
El fiel de otro credo, concluyó, es una persona que hay que comprender, «dejando a Dios el papel de iluminar la conciencia».