GENOVA, 19 junio 2001 (ZENIT.org).- Oración, ayuno y diálogo «respetuoso y pacífico». Estas son algunas de las propuestas que ofrecen grupos de misioneros a la cumbre de los siete países más industrializados y Rusia (G-8) que se celebrará entre el 18 y el 21 de julio en Génova.
Mientras las fuerzas de seguridad trabajan para acorazar la ciudad mediterránea con el objetivo de afrontar las amenazas violentas de algunos grupos conocidos como el «Pueblo de Seattle», este lunes tuvo lugar en Génova una rueda de prensa para presentar la respuesta que presentarán religiosos y misioneros a esa cita.
Sor Patricia Pasini, misionera de la Consolata, de 60 años, como representante de una Comisión de religiosos y laicos que está organizando una manifestación de oración, paralela al vértice del G-8, hizo una propuesta sencilla y profética: dos días de ayuno, el 20 y el 21 de julio.
«Es una ocasión de reflexión crítica –dijo– sobre nuestro estilo de vida, como gesto de solidaridad sufrida ante los 800 millones de personas obligadas hoy a sufrir hambre, e instrumento de auténtica denuncia y reflexión para los políticos y la sociedad civil».
Se calcula que en total serán unas 300 mil personas. La iniciativa es lanzada por varias congregaciones religiosas, especialmente misioneras, y grupos católicos comprometidos el año pasado en la petición de condonación de la deuda externa.
A ellos se unirá la fuerza de la oración de muchos monasterios y conventos de todo el mundo que participarán desde lejos en la iniciativa con quienes, en los mismos días, se reunirán en el Santuario de Nuestra Señora de La Guardia, patrona de Génova, para recitar la oración mariana del Magnificat.
También en algunas cárceles, los capellanes están sensibilizando a los presos para que se unan a este esfuerzo de concienciación y plegaria.
Sor Patricia explicó que los religiosos no han querido unirse al Foro Social de Génova que se ha creado con motivo de la cumbre del G-8, y en el que participan grupos de lo más variado (ecologistas, corrientes políticas, etc.).
«No tenemos miedo de exponernos, pero queremos hacerlo como cristianos, de modo profético, y por eso consideramos que hay que mantener abiertos los canales de colaboración y diálogo respetuoso», explicó la misionera.
Al final de la cumbre de Génova, George Bush debería encontrarse en Castelgandolfo con el Papa Juan Pablo II. La religiosa considera que será una ocasión decisiva para subrayar «la urgencia de una globalización con rostro humano, con la marca de la solidaridad, como viene repitiendo desde hace tiempo» el pontífice.