Todo listo para la visita del Papa a Ucrania

La Iglesia ortodoxa dividida al dar la bienvenida al pontífice

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KIEV, 21 junio 2001 (ZENIT.org).- Ucrania ya tiene prácticamente todo listo para dar la bienvenida este sábado a Juan Pablo II, un sueño que el pontífice acaricia desde hace tiempo, pero que constituye la visita más difícil de los cinco países de la Unión Soviética que ya ha pisado.

Una de las personas encargadas de la preparación de este viaje internacional número 94 del Papa Karol Wojtyla, el arzobispo Nikola Eterović, nuncio apostólico en el país de mayoría ortodoxa, afirma en declaraciones a «Radio Vaticano»: «Toda Ucrania está esperando como gran expectación esta visita histórica. Los católicos rezaban por ver este momento desde hace mucho tiempo. Muchos están preparando los últimos detalles para venir a Kiev y a Lvov desde diferentes partes de Ucrania».

En este país de cincuenta millones de habitantes, fronterizo con Polonia, los católicos son algo más de cinco millones, en su mayoría de rito oriental, es decir, mantienen la misma liturgia y tradiciones de los cristianos ortodoxos, pero son fieles a Roma.

La población es mayoritariamente ortodoxa, aunque existe un elevado número de ateos (se calcula el 40%). La Ortodoxia se encuentra dividida en tres Iglesias, y éste es quizá la circunstancia que hace particularmente difícil el viaje del Papa.

Por una parte está la Iglesia ortodoxa que obedece al patriarcado de Moscú y que es la reconocida por las demás Iglesias ortodoxas del mundo. Aunque mantiene contactos oficiales con la Santa Sede, se opone frontalmente a la visita del Papa.

Además, está el Patriarcado de Kiev y la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala. Estas dos Iglesias, que consideran al patriarca Alejo II como un colaborador del comunismo en tiempos de la Unión Soviética dan la bienvenida al pontífice.

Según parece, las dos Iglesias ortodoxas cismáticas están avanzando para crear una Iglesia ortodoxa nacional en Ucrania. Esta eventualidad causa miedo en el patriarcado de Moscú, que perdería aún a más fieles. El miedo es que la visita del Papa una a las dos Iglesias cismáticas.

«Este es el gran obstáculo para el diálogo ecuménico», reconoce el nuncio apostólico en Ucrania. «Es necesario que los ortodoxos recuperen la unidad perdida. Pero la manera en que tiene que hacerlo está en manos de los ortodoxos. Tienen que hacerlo según las normas vigentes entre las Iglesias ortodoxas. Los católicos no deben entrometerse».

El arzobispo ortodoxo fiel a Moscú, el metropolitano Vladimir, durante los días en que esté el Papa en su país tiene pensado viajar al extranjero, posiblemente a la República Checa, donde suele someterse a tratamientos termales.

El estado mayor de la protesta ortodoxa en días pasados se encontraba en el recinto de la Laura de Kiev, el gran monasterio, en lo alto del meandro del Dniepr, que fue la cuna de la ortodoxia rusa tras la adopción oficial del cristianismo en el año 988-989.

Ahora bien, un comunicado distribuido ayer por el monasterio decía que la Iglesia ortodoxa ucraniana ligada al Patriarcado de Moscú no organiza y no tiene nada que ver con «manifestaciones de protesta violenta» contra la visita del Papa.

La población hace poco caso de estas diatribas entre «profesionales» del mundo ortodoxo. El arzobispo Eterović, para ilustrar el ambiente que se respira en Ucrania cuenta una anécdota: «Dos jóvenes ortodoxos, no muy practicantes, han venido para pedir boletos para asistir a la celebración de la misa con el Papa. Cuando se los hemos dado, se echaron a llorar. Esto quiere decir que hay una gran expectativa, y que mucha gente quiere encontrarse con el Santo Padre y a través de él encontrarse con Jesucristo, y convertirse así en miembros activos de la Iglesia de Cristo».

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ZENIT Staff

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