KIEV, 23 junio 2001 (ZENIT.org).- Como «peregrino de paz y de fraternidad», Juan Pablo II pidió perdón y ofreció el perdón a la Iglesia ortodoxa, nada más aterrizar este sábado en Kiev, donde comenzó una visita agotadora de cinco días.
«Deseo asegurarles que no he venido con intenciones de proselitismo –añadió–, sino para testimoniar a Cristo junto con todos los cristianos de toda Iglesia y Comunidad eclesial y para invitar a todos los hijos e hijas de esta noble tierra a dirigir la mirada hacia Aquel que ha dado su vida por la salvación del mundo».
Cuando el Airbus 321 de la compañía Alitalia aterrizó con el Papa en el aeropuerto Boryspil de la capital ucraniana, el pontífice eslavo cumplía un acariciado sueño: peregrinar a la cuna misma del cristianismo eslavo desde finales del primer milenio.
Perdón a la Ortodoxia
La visita internacional número 94 de este pontificado, sin embargo, cuenta con la oposición del patriarca ortodoxo ruso Alejo II, quien acusa a los católicos de hacer «proselitismo» en tierras canónicamente ortodoxas. Los otros dos líderes ortodoxos del país, considerados como «cismáticos» por Moscú, ven con buenos ojos la visita.
Las primeras palabras del obispo de Roma, tras besar la tierra de este país de 50 millones de habitantes, fueron de cariño y respeto para la Iglesia ortodoxa. En el aeropuerto no había exponentes de esta confesión, pero el Papa quiso dirigirse a sus obispos, sacerdotes, monjes y fieles para reconocer que en el pasado católicos y ortodoxos han ofuscado en el pasado «la imagen del amor de Cristo»
«Postrados antes nuestro Señor común –propuso–, reconozcamos nuestras culpas».
El Papa ya había hecho una petición de perdón solemne a toda la Ortodoxia en Atenas, el 4 de mayo pasado, cuando lamentó los pecados de los católicos contra sus hermanos de Oriente, en especial, el saqueo de Constantinopla en tiempos de las Cruzadas.
«Mientras pedimos perdón por los errores cometidos en el pasado antiguo y reciente –continuó diciendo–, ofrecemos al mismo tiempo el perdón por las injusticias sufridas. El deseo más vivo que sale de mi corazón es que los errores del pasado no se repitan en el futuro».
Para el Santo Padre el futuro del cristianismo pasa por la unidad entre las Iglesias y confesiones cristianas: «Estamos llamados a ser testigos de Cristo, y a serlo juntos. El recuerdo del pasado no debe frenar hoy el camino hacia un conocimiento recíproco, que favorezca la fraternidad y la colaboración».
El presidente de Ucrania, Leonid Kuchma, al dar la bienvenida al peregrino de Roma, aseguró que su visita «marcará un jalón en la historia del país», expresó con firmeza la «vocación europea» de Ucrania y elogió la «personalidad histórica» de Karol Wojtyla.
Sangre de cristianos
El resto del primer discurso del pontífice en Ucrania, se convirtió en un reconocimiento vibrante del terrible precio que tuvieron que pagar los cristianos del país en tiempos de la persecución comunista, y en particular los católicos de rito oriental, asesinados, encarcelados, y privados de sus derechos y bienes por negarse a pasar a la Iglesia ortodoxa.
Hoy día son algo más de 5 millones, el 11% de la población, y están experimentando un auténtico renacimiento. Más de dos millones deberían participar en los encuentros que el Papa mantendrá en los cinco días que dura su visita, hasta el próximo miércoles, 27 de junio. Un acontecimiento que ciertamente la Iglesia ortodoxa nunca ha experimentado en su historia.
Antes de concluir su discurso de llegada, el pontífice hizo un reconocimiento oficial del proceso de transición del comunismo a la democracia que está viviendo Ucrania, en especial subrayó el que se haya realizado sin derramamiento de sangre.
Con la sociedad civil
En la tarde del sábado, como en todos sus viajes internacionales, Juan Pablo II hizo una visita de cortesía al presidente Kuchma. A continuación, en presencia del mismo líder ucraniano, se encontró con el mundo de la política, de la cultura, de la ciencia y de la industria.
«No permitáis a los fuertes que acaben con el hombre», les exhortó el Papa. Recordando la dura historia de Ucrania del siglo XX, añadió: «Haber renegado de Dios no ha hecho más libre al hombre. Más bien, lo ha expuesto a diferentes formas de esclavitud».
Dirigiéndose en particular a los políticos, sobre los que en este país todavía pesa la sombra de la corrupción, añadió: «Resistid a la tención de aprovecharos del poder para intereses personales o de grupo».
Ucrania es el país número 126 que visita el Papa en sus casi 23 años de pontificado. Es, además, su 94 viaje fuera de Italia y el 50 dentro de Europa.