KIEV, 25 junio 2001 (ZENIT.org).- El recuerdo de las víctimas del comunismo y del nazismo dio vida a dos de los momentos más emocionantes de la visita de 60 horas de Juan Pablo II a la capital de Ucrania, que concluyó este lunes.
El domingo por la tarde, el pontífice visitó las fosas comunes de unos 200 mil ucranianos que murieron en las cárceles de Kiev durante la dominación soviética. Al día siguiente, este lunes, rindió tributo a los judíos ucranianos asesinados en la masacre de 1941, que se convertiría en un dramático presagio de los horrores del Holocausto nazi.
Tras encontrarse con el Consejo Panucraniano de las Iglesias y Confesiones Religiosas, el Santo Padre se dirigió el domingo a Bykovnya, el «bosque maldito», en el que la KGB sepultaba los cuerpos de los opositores.
El pontífice descendió del «Papamóvil», resguardado bajo un paraguas blanco, en medio de una lluvia persistente. Oró en silencio durante dos minutos ante una cruz de seis metros y elevó luego una plegaria en latín para rezar por el eterno descanso de las víctimas.
Al día siguiente, el lunes, poco antes abandonar Kiev para dirigirse a Lvov, el pontífice acompañado por el rabino jefe de Ucrania, Yaakov Dov Bleich, rezó en Babi Yar, el barranco en el que tras la penetración de las fuerzas alemanas en la Unión Soviética, en 1941, más de 30.000 personas, en su mayoría judías, fueron apresadas en una semana en Kiev y ejecutadas por las tropas nazis.
Durante dos años, alrededor de 100.000 personas fueron asesinadas en este lugar. Los cuerpos de las víctimas eran enterrados en ese barranco, que ahora se ha convertido en un memorial rodeado de árboles, meta de peregrinación para de judíos de Ucrania y de otras partes del mundo.
Juan Pablo II se recogió en oración unos minutos ante el memorial y recitó una oración por las víctimas. Luego, dirigiéndose hacia el rabino, exclamó: «¡Que Dios le bendiga!».
«Gracias a los esfuerzos del pontífice –dijo el líder judíos en declaraciones a la prensa–, se puede esperar el que no se repitan tragedias como éstas».
Al referirse a este lugar de muerte, Juan Pablo II había explicado el domingo, al encontrarse con los líderes de las diferentes confesiones religiosas de Ucrania, que «el recuerdo de este epoisodio de furia homicida debe ser una admonición para todos».
«¡El hombre es capaz de terribles atrocidades cuando cree que puede prescindir de Dios!», añadió.
La visita de Juan Pablo II a Ucrania, si bien ha estado caracterizada por el rechazo presentado por el patriarcado ortodoxo de Moscú, con estos gestos ha querido dar un impulso decisivo al diálogo entre los creyentes de las diferentes religiones en el país.
El resto de los líderes religiosos, incluidos el patriarca ortodoxo de Kiev y el metropolitano Metodio de la Iglesia ortodoxa autocéfala, han abrazado al pontífice y apoyado públicamente los objetivos de su visita.
En el encuentro interreligioso del domingo, el rabino de Kiev pidió al Papa que lance un mensaje a los judíos que han dejado de creer para que vuelvan a abrazar la fe del pueblo de Israel.