Alpes: los vecinos de Les Combes e Introd recibieron al Papa

El alcalde: Lo he encontrado bastante en forma, espero que descanse.

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INTROD, 10 julio 2001 (ZENIT.org).- (ZENIT.org).- “Llega, llega, ya está aquí”. Al aire fresco de los mil doscientos metros de altura de Les Combes, esperan al Papa niños agitando banderitas, y ramos de gencianas y margaritas. Juan Pablo II sonríe, con la puerta del coche abierta, y da la mano o acaricia a los que se acercan.

Los vecinos se emocionan y le dicen frases de acogida. Los niños de la guardería de Introd le recitan en francés e italiano una poesía compuesta para la ocasión: Gracias por haber elegido una vez más el Valle de Aosta, nuestras oraciones os acompañarán durante esta estancia. Bienvenido Santo Padre.

Es un día espléndido. El piloto -hay quien dice que a petición del Papa- ha dado una pequeña vuelta para sobrevolar el monte Cervino y ofrecerle la vista inigualable de la cima de 4.478 metros, la tercera cumbre de los Alpes, antes de llegar al aeropuerto Corrado Gex de Aosta.

Ha recibido el saludo del presidente de la región Dino Vierin y del obispo Giuseppe Anfossi.

Vuelve al coche y, a treinta kilómetros, le esperan los ciudadanos de Les Combes. Está el alcalde Osvaldo Naudim, el párroco padre Quinto, el inspector de la provincia salesiana padre Luigi Testa y los habitantes del pueblo. No más de setenta personas, incluidos los niños.

Un poco más allá el coche entra en la zona reservada a su residencia veraniega, un chalecito de montaña de piedra y madera en medio de un bosque de alerces y abetos. Por un pequeño ascensor se llega al segundo piso de la casita, el del Papa.

Ayer, estrenó el nuevo paseo que le han preparado como novedad, dentro del recinto de la casa y se quedó toda la tarde disfrutando las vistas del magnífico panorama. Para hoy estaba prevista la primera excursión.

El alcalde de Introd, Osvaldo Naudin, es discreto porque piensa que es la mejor manera de que Juan Pablo II se sienta relajado y a gusto: “Me he acercado y le he saludado en nombre del Concejo municipal y de todos y le he deseado que pase serenamente estos días de descanso y excursiones y me ha respondido sonriendo: “Esperemos”².

No es de muchas palabras. Un día de estos, como todos los años, llenará su coche de peroles y buenos productos de la zona y ofrecerá una cena a quienes acompañan al Pontífice quien, más de una vez, en estas ocasiones, se ha asomado en el momento del brindis final. Pero el alcalde no suelta palabra de estos encuentros a no ser el contenido del menú.

“Le he encontrado bien -comenta-, como el año pasado. Me ha parecido bastante en forma. Espero que estos días de reposo le sienten tan bien como las otras veces”.

De los veraneos del Papa, quedan en el pueblecito una residencia de ancianos con su nombre y un pequeño museo con los recuerdos de su estancia en Les Combes. Nada de pancartas, letreros o cosas por el estilo. “El Santo Padre -repite el alcalde de Introd- tiene necesidad de tranquilidad. Tratamos de asegurársela lo mejor que podemos”.

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ZENIT Staff

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