CATANIA, 23 julio 2001 (ZENIT.org).- Los pueblos situados en la falda del volcán Etna en Sicilia, se encuentran en situación de emergencia. La lava sigue bajando y amenaza especialmente a la población de Nicolosi. Mientras las instancias de gobierno locales y regionales, bomberos, protección civil y voluntarios hacen lo posible por desviar la trayectoria del material incandescente, que podría destruir el pueblo, la carretera y el funicular, la Iglesia convocó a una oración extraordinaria en la catedral y ayer realizó una procesión con la imagen de San Antonio, el patrón de la localidad.

El pasado 20 de julio, viernes, el arzobispo de Catania, monseñor Bommarito, subió hasta Nicolosi y se recogió en oración con los dos párrocos y los ciudadanos para pedir protección a Dios. “Es un gesto de esperanza”, dijo el obispo que, para estar cercano a las poblaciones del Etna, suspendió sus vacaciones en Terrasini (Palermo), su pueblo natal.

“Tenemos la fuerza de la oración y nos viene el deseo de rezar cada vez que tenemos miedo -añadió el obispo- y, en este caso, debemos orar para que la colada de lava se detenga”.

Monseñor Bommarito se reunió también con el alcalde de Nicolosi, los miembros de Protección Civil, las fuerzas del orden y los voluntarios, que no se conceden ni un momento de tregua en su esfuerzo por salvar la carretera, el funicular y las casas del pueblo, amenazadas por el volcán, cuya fuerza no disminuye.