NUEVA YORK, 26 julio 2001 (ZENIT.org).- Un sacerdote podría haber roto el secreto de la confesión para salvar la vida de dos inocentes acusados de asesinato.
El padre Joseph Towle ha declarado ante la justicia que José Morales y Rubén Montalvo, encarcelados desde 1988, son inocentes del asesinato de José Antonio Rivera, integrante de una pandilla callejera. El verdadero asesino es el fallecido Jesús Fornes, quien le reveló el crimen en confesión.
El padre Towle, de 65 años, le pidió al joven que se lo confesara al abogado de José Morales, el supuesto homicida que ya llevaba un año en la cárcel. Acudió ante el abogado Stanley Cohen y se declaró culpable del asesinato. Esta confesión ante el abogado, que ahora es confirmada por el sacerdote, podría salvar al ministro religioso de la violación del secreto de la confesión.
Inmediatamente, Cohen pidió detener el juicio, al tiempo que el verdadero asesino se buscó un abogado defensor. Éste le mandó guardar silencio. Durante el juicio, Jesús Fornes cambió de actitud y se negó a reconocer la declaración ante el abogado Stanley. Morales fue condenado en su lugar, principalmente por el testimonio de la novia de la víctima.
El juez federal Denny Chin dictaminó que a la vista de las nuevas pruebas, esencialmente el testimonio del padre Towle, los dos hombres debían ser inmediatamente liberados.
Según informan fuentes periodísticas de Nueva York, el padre Towle consultó al arzobispado de Nueva York antes de hacer pública la confesión de Fornes. Este último murió asesinado en 1997.
«Hice simplemente lo que él hubiera querido después de todo este tiempo», ha declarado el sacerdote católico, quien lleva años ocupándose de barrios marginales neoyorquinos.
En ambientes católicos se debate ahora sobre la gravedad y las circunstancias del gesto del sacerdote. Según el Código de Derecho Canónico, la revelación del secreto de confesión implica la excomunión «latae sententiae». Ahora bien, dado que la declaración ya había sido escuchada fuera del sacramento por el abogado del acusado, se podría pensar que las declaraciones del sacerdote no aportan nada nuevo. El debate está servido…