CASTEL GANDOLFO, 22 julio 2001 (ZENIT.org).- Tras dos días de violencia campal en la ciudad de Génova contra la cumbre de los países más industrializados (G-8), Juan Pablo II tomó este domingo la palabra para dejar claro que «La violencia no es el camino para alcanzar una solución justa a los problemas existentes».

«A todos los que se preocupan de verdad por los derechos del hombre --añadió el pontífice--, renuevo el aliento a perseverar en el compromiso por un mundo más justo y solidario».

El pontífice pronunció estas palabras en la residencia veraniega de los Papas de Castel Gandolfo, localidad situada a unos 30 kilómetros de Roma, donde como todos los años cumplirá con su agenda ordinaria hasta finales de septiembre, fechas en las que viajará a Armenia y Kazajstán.

El patio del edificio pontificio se llenó este domingo hasta los topes de peregrinos, en su mayoría jóvenes, particularmente bulliciosos, procedentes en buena parte de Polonia y Malta. Gritaban tanto que en ocasiones no se escuchaba al Papa.

Juan Pablo II confesó su «dolor y amargura por las hostilidades» de grupos de manifestantes contra la cumbre del G-8. Según la televisión pública italiana RAI, el balance de los enfrentamientos que estremecieron el viernes y el sábado Génova es de un muerto, 500 heridos y 126 detenidos.

Con motivo de este acontecimiento, además, el pontífice había enviado antes un mensaje a los jefes de Estado de Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido y Rusia en el que les aseguraba su «cercanía humana y espiritual» y les pidió que en su reunión «no sea excluida de vuestras preocupaciones ninguna persona ni ninguna nación».

«Sin dejaros aplastar por el peso de cada una de las cuestiones --añadía el Santo Padre en su misiva--, estoy seguro de que os comprometeréis a promover una cultura de la solidaridad que permita soluciones concretas a los problemas que más angustian a nuestros hermanos en la vida y en las relaciones con los demás: la paz, la pobreza, la salud y el ambiente».

Este lunes, Juan Pablo II recibirá por primera vez en audiencia al actual presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en Castel Gandolfo.