GASTEL GANDOLFO, 5 agosto 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II recordó este domingo a su predecesor, Pablo VI, fallecido el 6 de agosto de hace 23 años, refiriéndose a él como testigo de Cristo en momentos difíciles para la Iglesia.
El Papa Giovanni Battista Montini, como recordó el actual pontífice, falleció un domingo de 1978, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, en el día en que la Iglesia recuerda la Transfiguración del Señor.
Para esa ocasión, el Papa había escrito un discurso que la muerte le impidió leer. En este domingo, lo leyó por él el Papa Wojtyla: «La Transfiguración del Señor arroja una luz deslumbrante sobre nuestra vida cotidiana y nos lleva a dirigir la atención al destino inmortal que se esconde detrás de aquel acontecimiento».
Escuchaban las palabras del pontífice varios miles de peregrinos que llenaban el palacio de la residencia papal de Castel Gandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma) para participar particularmente en la oración mariana del «Angelus», que en esta ocasión se caracterizó por la algarabía y gritos festivos de los presentes.
«¡Dos mil años después, la Iglesia repite con inmutado vigor que Cristo es la luz del mundo!», exclamó el Papa sintetizando el mensaje que dejó Cristo a sus apóstoles con su Transfiguración en el Monte Tabor.
«Este anunció conformó toda la existencia del siervo de Dios Pablo VI», añadió. En ese momento leyó «con íntima emoción» las palabras póstumas de su predecesor «que rindió testimonio fiel de Cristo en años complejos y difíciles».
El Papa Montini dirigió el timón de la barca de Pedro durante quince años, después de que fuera elegido obispo de Roma en 1963. Tras la conclusión del Concilio Vaticano II, en diciembre de 1965, le tocó dirigir la decisiva renovación de la Iglesia católica a la luz de las grandes enseñanzas conciliares.
Eran los años de Vietnam, de las manifestaciones de Mayo de 1968, en los que la Iglesia fue sacudida por una aguda crisis de vocaciones y en los que sacerdotes, religiosas y religiosas abandonaron en gran número su ministerio.
En la primera encíclica de su pontificado, Juan Pablo II recordó así aquellos momentos de la vida del Papa italiano: «Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía, así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos, cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible en su compactibilidad» («Redemptor Hominis», 3)
Entre los peregrinos más entusiastas reunidos en Castel Gandolfo destacaban los numerosos mexicanos, quienes entonaron cantos y sus famosas «porras». «Hace mucho más calor en Roma que en México», les dijo espontáneamente Juan Pablo II, en respuesta al buen ambiente que supieron crear con su gritos.
A las ocho de la mañana de este lunes, el Papa celebrará una misa en sufragio de Pablo VI en la capilla privada de Castel Gandolfo.