El arzobispo Milingo, un «boomerang» para la secta del reverendo Moon

La prensa demuestra que Maria Sung ya está casada con un italiano

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CIUDAD DEL VATICANO, 30 agosto 2001 (ZENIT.org).- El matrimonio del arzobispo Emmanuel Milingo, acordado por el reverendo Sun Myug Moon, debía convertirse en el gran momento de gloria para la secta que él fundo y en su punta de lanza para atraer a católicos, especialmente en África. El desenlace de la historia, sin embargo, no ha hecho más que sacar a la luz elementos obscuros de esa autodenominada «Iglesia».

La señora Maria Sung, quien durante más de dos semanas prometió dar la vida en una huelga de hambre en defensa de la inviolabilidad del matrimonio, según revela ahora la prensa italiana, tiene a sus espaldas otro matrimonio pendiente con un italiano.

Las calumnias de lavado de cerebro que lanzaron exponentes de la secta contra el Vaticano, tras el regreso del ex arzobispo de Lusaka (Zambia) a la Iglesia católica se convierten ahora en revelaciones de los métodos utilizados por la Federación de la Familia para la Paz Mundial y la Unificación.

Durante semanas los dirigentes de la secta demostraron una extraordinaria profesionalidad en el manejo de los medios de comunicación. Maria Sung y Philip Shanker, portavoz y vicedirector de la Iglesia de la Unificación, se presentaron en Roma tras el encuentro del arzobispo con el Papa lanzando la sospecha de que la mujer estaba embarazada del prelado. No había mejor historia para que los periodistas se congregaran en torno al hotel romano en el que se hospedó la acupuntora coreana.

Shanker, de 47 años, casado con una mujer coreana y cuatro hijos, antes de convertirse a la secta era un gran financiero estadounidense que recorría el mundo entre África y Oriente. La señora Sung le obedeció en cada paso a sus indicaciones, sin ocultarlo a la prensa. Tras revelarse infundada la historia del embarazo, comenzó una huelga de hambre hasta no poder encontrarse con monseñor Milingo.

Cuando después el mismo arzobispo y la Santa Sede accedieron al encuentro, fue el mismo Shanker quien se negó a su celebración del mismo. Al impedírsele ver a María, Milingo le escribió una carta que después fue confiscada por Shanker para que Maria no pudiera leerla.

Sólo cuando este miércoles, el diario turinés «La Stampa» reveló que Maria Sung, se había casado el 25 de agosto de 1995 con un empleado estatal de Nápoles, Salvatore (el apellido no se ha hecho público por respeto a su vida privada), de 53 años, Shanker accedió al encuentro final, que además tuvo lugar según las exigencias puestas por la secta (en un lugar neutro, un hotel, y en intimidad).

Salvatore, por indicaciones de la secta, aceptó durante todos los meses que duró la telenovela no hacer pública su unión con Maria. La mujer, que escribió cartas encendidas a Juan Pablo II recordándole el vínculo eterno asumido por Milingo en el seno de la secta, había abandonado hace pocos años a su verdadero marido, según la Iglesia de la Unificación.

Por otra parte, monseñor Milingo, en sus declaraciones a la prensa italiana del 24 de agosto denunció que, tras su matrimonio, mientras estuvo en Estados Unidos, la secta le mantuvo en régimen de segregación, sin poder ver a ninguno de sus amigos o conocidos. Para poder ver al Papa tuvo que hacerlo sin que la secta lo supiera.

Ante la manera con que la Iglesia de la Unificación manejaba los medios de comunicación, algunos observadores acusaron a la Santa Sede de falta de profesionalidad. La Sala de Prensa vaticana, sin embargo, nunca respondió con la misma técnica: el ataque personal o la calumnia. De los muros vaticanos no salieron más que palabras de comprensión para el arzobispo Milingo y de exquisito respeto para la señora Sung. Obviamente, para los periodistas agolpados en el hotel romano de la señora Sung esta estrategia parecía destinada al fracaso.

Juan Pablo II, al decirle el 7 de agosto al arzobispo Milingo «En nombre de Jesucristo, vuelve a la Iglesia católica», demostró que la Iglesia católica siempre está dispuesta a acoger a sus hijos, por más lejos que puedan estar. La manera en que tuvo lugar el encuentro final entre Milingo y Sung, en transparencia total, es la prueba de que cuando la secta acusó al Vaticano de segregar y drogar al arzobispo estaba aludiendo a métodos que toda secta conoce perfectamente.

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ZENIT Staff

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