Adviento, espera concreta en un Dios que nos ama; explica el Papa

Comienza el período de preparación a la Navidad 2001

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CIUDAD DEL VATICANO, 2 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dio este domingo el pistoletazo de salida del Adviento recordando que este período litúrgico de preparación a la Navidad «no es la espera vana en un dios sin rostro», sino «la confianza concreta» en un Dios que nos ama.

Por este motivo, al encontrarse con varios miles de peregrinos reunidos en la plaza de san Pedro del Vaticano para rezar la oración mariana del «Angelus», el Papa invitó a los cristianos reflexionar en estas semanas próximas «en el misterio de Cristo, misterio siempre nuevo que el tiempo no puede agotar».

«Cristo es la alfa y la omega, el principio y el fin –explicó–. Gracias a Él, la historia de la humanidad avanza como una peregrinación hacia el cumplimiento del Reino, que él mismo inauguró con su encarnación y su victoria sobre el pecado y la muerte».

«Por eso –aclaró–, Adviento es sinónimo de esperanza: no es la espera vana de un dios sin rostro, sino la confianza concreta y cierta del regreso de Aquél que ya nos ha visitado, del «Esposo» que con su sangre ha sellado con la humanidad y pacto de eterna alianza».

La esperanza del Adviento, siguió diciendo, debe estimular «la vigilancia, virtud característica de este singular tiempo litúrgico».

«Vigilancia en la oración –dijo–, alentada por una expectativa amorosa; vigilancia en el dinamismo de la caridad concreta, consciente de que el Reino de Dios se acerca allí donde los hombres a prenden a vivir como hermanos».

El obispo de Roma sintetizó la espera propia del Adviento, citando el famoso oráculo del profeta Isaías que resonó en la liturgia de ese domingo: «Al final de los tiempos –dice el Señor– el monte de la Casa del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones… Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra».

Concluyó recordando que el próximo sábado se celebrará la fiesta de la Inmaculada Concepción. «Que ella nos guíe en este camino, ayudando a cada hombre y cada nación a dirigir la mirada hacia «el monte del Señor», imagen del triunfo definitivo de Cristo y de la venida de su Reino de paz», dijo.

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ZENIT Staff

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