La noticia fue recogida este sábado por el «Washington Post», que con pelos y señales describe el espeluznante asesinato de un muchacho de 13 años hace unas semanas. La última víctima oficial es un niño de 10 años, que apareció el 18 de octubre en la ciudad de Codo, al suroeste de Sao Luis, la capital del estado.
Todas las víctimas eran pobres. Casi todos fueron castrados, y la mayoría fueron brutalmente violados. A algunos también les extrajeron la sangre; en algunos casos les arrancaron los ojos, labios, hígado, corazón o pulmones.
Algunos cadáveres estaban encerrados en círculos religiosos o señalados por cruces. Otros, como el hijo de Serra, fueron encontrados cerca de ofrendas de sangre de pollos, plumas, yuca y velas.
En el caso más reciente, en Codo, un poblado de 30,000 habitantes llamado «la capital de la brujería de Brasil», el sospechoso del crimen, ya arrestado, dijo que mató y castró a su víctima a solicitud de una presunta sacerdotisa local que supuestamente le compró los testículos del muchacho en 35 dólares.
Se considera que los llamados «asesinatos de la magia negra de Maranhao» practican la macumba, un término con el que la gente se refiere generalmente a las religiones afro-brasileñas. Si bien son casos minoritarios, algunos de los practicantes de la macumba realizan ritos de «magia negra».