CIUDAD DEL VATICANO, 4 diciembre 2001 (ZENIT.org).- ¿Qué es lo que diferencia al voluntario católico? Esta es la pregunta a la que ha respondido un Simposio internacional organizado por el Consejo para la Pastoral de la Salud en el Vaticano.
Con ocasión del Año Internacional del Voluntariado, entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, expertos de los cinco continentes han afrontado este tema expuesto en estos términos «El voluntariado católico en sanidad».
El arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, en declaraciones a Zenit constata que el voluntariado no es ni mucho menos monopolio del mundo católico. Existen numerosas organizaciones no gubernamentales inspiradas en otras religiones o filosofías.
«El voluntariado empieza a menudo por motivos filantrópicos –explica el arzobispo mexicano–, pero si se queda sólo en eso existe el peligro de que se convierta en algo egoísta».
«El primer paso que hay que dar para salir de este ámbito es el compromiso a favor de grandes valores como la familia, la comunidad, el desarrollo, la justicia social, la paz, el bien común y hasta aquí hay el voluntariado católico experimenta muchas coincidencias con las otras ONG´s».
«Para nosotros, los católicos, sin embargo no existe voluntariado sin Cristo que es la fuente del don gratuito y de la caridad cristiana».
Esta realidad, concluye Lozano, es decisiva para superar ese «achatamiento» de «la cultura dominante».
«Los valores metafísicos, por ejemplo, son vistos como ciencia ficción. El voluntario debe superar este achatamiento –concluye–. El voluntario católico debe ser reconocido por su capacidad para servir a Cristo en el pobre, por la radicalidad de su amor y de su misión».