WASHINGTON, 8 diciembre 2001 (ZENIT.org).- En días posteriores al anuncio hecho por la Advanced Cell Technology (ACT) de que había logrado clonar un embrión humano, un cierto número de editoriales de periódicos se han apresurado a dar su respaldo al desarrollo. Pero algunos periódicos se muestran profundamente preocupados por las noticias.
Dos periódicos británicos, The Guardian y The Independent, han defendido con fuerza la decisión de clonar seres humanos. The Guardian ha saludado el anuncio de ACT como una “buena noticia”, afirmando que podría conducir a un avance en el control de las enfermedades.
El editorial alabó la decisión del parlamento cuando hace unos meses permitió la investigación sobre embriones, teniendo en cuenta que éstos por debajo de los 14 días de edad “son más pequeños que una cabeza de alfiler, no tienen cabeza, ni cerebro, ni corazón o forma humana reconocible”.
The Independent ridiculizaba a la oposición a la clonación humana defendida por el Vaticano y otros grupos como “la típica perorata de condenación”. Debería darse la bienvenida a la clonación, afirmaba el editorial, como “una aplastante mayoría de la opinión informada defiende que crear clones humanos de esta forma anuncia una revolución en la medicina”.
“Es vital que permitamos que la clonación humana siga adelante”, proseguía el editorial. “Resulta denigrante defender que una bola microscópica de células falta de cualquier sistema nervioso especializado o sensación exija de alguna manera los mismos derechos que un ser humano totalmente formado que sufre dolor e infortunio”.
En los Estados Unidos, el Washington Post hablaba de “frenesí” en las reacciones al anuncio de ACT, y animaba al senado a que resistiera todo intento de imponer una prohibición completa a la clonación. “Resulta muy poco claro que llevar adelante la clonación terapéutica, incluso si logra el éxito, caiga dentro de la categoría de la creación, y por lo tanto de la destrucción, de una vida humana potencial”, opinaba el Post.
El editorial hacía notar que los experimentos no habían llegado hasta el punto donde se podrían producir células estaminales para un determinado uso. De hecho, la producción de células solamente ha llegado hasta la cuarta, la quinta o la sexta fase celular antes de morir. El Post apoyaba que se permitiera clonar seres humanos para la investigación científica pero no para la producción.
El New York Times mostraba más dudas sobre el supuesto avance declarado por el ACT. Describiéndolo como “mucho como sólo un modesto paso adelante a lo largo del camino hacia la clonación terapéutica”, el editorial del Times sostenía que la línea seguida por el trabajo del ACT podría obstaculizar avances posteriores en este campo”.
ACT fracasó al producir un único embrión en su intento de insertar material genético de un adulto en un huevo humano al que se le había quitado el núcleo. Un propuesta alternativa sólo resulta con tres embriones.
El Times respalda la clonación con fines de investigación, aunque el editorial reconocía la necesidad de llegar a un acuerdo en las cuestiones éticas de la clonación. El Congreso solamente debería prohibir la clonación reproductiva, opinaba el editorial, de manera que no se frenara el progreso médico.
El Boston Globe hacía notar que la Cámara de Representantes norteamericana había ya declarado ilegal el uso de fondos federales para algunas investigaciones con embriones humanos clonados, tanto para fines reproductivos como terapéuticos, pero el Senado no había respaldado esta prohibición.
El Globe declaraba su apoyo a permitir la clonación para investigación “terapéutica”, mientras se debería prohibir con fines reproductivos.
Para el Los Angeles Times, “clonar teniendo el propósito de replicar seres humanos es problemático éticamente, sin mencionar el riesgo médico”. Pero el editorial quitaba importancia a los experimentos del ACT, puesto que sólo habían logrado conseguir un huevo único que se divide en seis células.
El periódico pedía a los científicos, que trabajan en el área de la biotecnología, que se amoldaran a las leyes “que reflejan valores nacionales”. Sostenía, por lo demás, que la reacción al trabajo llevado acabo por el ACT había sido excesiva y que la mejor cosa que el Presidente George W. Bush podría hacer es promover el nombramiento de los miembro de su comisión asesora de bioética.
Prohibición europea
El Wall Street Journal no tomaba posición ni a favor ni en contra de la clonación humana. Veía muy necesario considerar el tema seriamente antes de proceder. No menos de 29 países europeos prohíben ahora la clonación humana con fines terapéuticos, y solamente un país europeo, Gran Bretaña, ha autorizado explícitamente la clonación a fines de investigación.
Lo que muestra, apuntaba el Journal, que no es un presidente “conservador” de Texas quien está preocupado con la clonación, sino que es problema ético que ha causado serios reparos en muchos lugares.
El editorial encontraba difícil oponerse a una cura para enfermedades importantes que viniera de la clonación. Sin embargo el periódico era muy crítico con las repetidas historias de “avances” en este campo que se caracterizan por un “notable despliegue de soberbia científica y social”.
No resulta aceptable, defendía el Journal, dar luz verde a los científicos simplemente porque un proceso es técnicamente posible. El anuncio del ACT, decía el periódico, planteaba algunas cuestiones: “Si, por ejemplo, había algo de inviolable e incluso de sagrado en los más tempranos inicios de la vida humana. O si las necesidades médicas de los ya nacidos triunfaban sobre cualquier discusión que descartara o afirmara que los embriones deberían ser considerados personas”.
Matar la vida
Una clara denuncia contra la clonación humana venía del Washington Times en su editorial: “Su medios inmorales”, hacía notar el periódico, “no justifican sus supuestos fines”.
El editorial ponía el acento en cómo el presidente del ACT, Michael West, insistía en que: “Científicamente, biológicamente, las entidades que estamos creando no son un individuo. Son solamente vida celular. No son vida humana”.
Pero, hacía notar el Washington Times, “un óvulo de mujer –que es un don de Dios- artificialmente desarrollado hasta un embrión sin ser fertilizado por el esperma masculino es, no obstante, clonar a un humano y debería ser condenado como tal”.
El Chicago Tribune expresaba también su preocupación sobre la investigación llevada a cabo por el ACT. El anuncio de la clonación de un ser humano “sugiere que, en el nombre de la investigación sobre células estaminales, prácticamente todo vale”. Crear “una naciente forma de vida con el solo propósito de explotarla para lograr células estaminales y después destruirla” es inaceptable, declaraba el editorial.
La opinión pública está dividida sobre el tema, hacía notar el Tribune, con muchos que votan para que se declare que la investigación sobre células estaminales es moralmente inapropiada porque pone fin a una temprana forma de vida humana. Al mismo tiempo, también mucha gente está a favor de continuar la investigación en este campo.
El editorial apuntaba que no está claro en esta fase si la clonación reproductiva es factible, y esta cuestión no está ahora en discusión. En cuanto a la clonación terapéutica, el editorial concluía: “Lo que está claro es que el Congreso como mínimo debería declarar cuáles son los límites de la creación de formas de vida humana para experimentación y destrucción”.
Para los defensores de la vida en todas sus fases, clonar seres humanos es otro ejemplo de cómo el “progreso” está deja
ndo atrás la capacidad de la sociedad para establecer límites éticos. La investigación científica, ha observado con frecuencia Juan Pablo II, debería orientarse hacia el bien humano integral. Muchos en los medios de comunicación no han prestado atención todavía a este mensaje.