CIUDAD DEL VATICANO, 10 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Preocupado por la difícil situación de los cristianos en Tierra Santa, Juan Pablo II presidirá personalmente la reunión de líderes cristianos de la región que ha convocado en el Vaticano para el 13 de diciembre.
Lo ha confirmado este lunes el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, con un comunicado.
El encuentro, que tendrá por tema «El futuro de los cristianos en Tierra Santa», reunirá a los más altos representantes de esa región, al secretario de Estado vaticano, a importantísimos representantes de la Curia romana, así como a presidentes de conferencias episcopales particularmente preocupadas por el argumento.
En concreto, vendrán a Roma el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, el obispo Wilton D. Gregory; el presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, el obispo Amédée Grab; el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el obispo Jorge Enrique Jiménez Carvajal, y el presidente de la Conferencia Episcopal de Canadá, el obispo Jacques Berthelet.
De Tierra Santa participarán, entre otros, el patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah; el patriarca sirio-católico, Ignace Pierre, el arzobispo maronita de Haifa y Tierra Santa, monseñor Paul Nabil Sayah; y el Custodio de Tierra Santa, el padre franciscano Giovanni Battistelli.
Otros de los participantes serán el arzobispo Pietro Sambi, nuncio en Israel y delegado apostólico para Jerusalén y Palestina; y el arzobispo Fernando Filoni, nuncio apostólico en Irak y Jordania.
Según ha explicado el portavoz vaticano, el encuentro tendrá «carácter pastoral» y ha sido convocado por el Papa para «confirmar una vez más, en esta delicada situación, su cercanía espiritual con las poblaciones de Tierra Santa y compartir el drama de su existencia cotidiana, probada con demasiado frecuencia por actos de violencia y discriminación».
Por último, Navarro-Valls informa que la cita tiene por objetivo «manifestar el compromiso común a favor de la continuidad de la milenaria presencia de la comunidad católica en esa región y ofrecer una contribución propia a la justicia y la reconciliación entre quienes hunden las raíces de su propia fe en esos lugares».