Predicador papal: la conversión interior, única «guerra santa» del cristiano

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Juan Pablo II participar en una liturgia de la palabra en el día del ayuno

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 diciembre 2001 (ZENIT.org).- La conversión interior a Dios y no la agresión debe ser la única «guerra santa» de los cristianos, afirmó este viernes un fraile capuchino en una predicación pronunciada ante Juan Pablo II con motivo del ayuno mundial.

El padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, dirigió, como todos los viernes de Adviento, una meditación al Papa y a sus colaboradores de la Curia romana en preparación para la Navidad.

En esta ocasión, la meditación tenía lugar en plena jornada de ayuno por el final del terrorismo y de las guerras en el mundo. Por este motivo, el Papa pidió celebrar a primeras horas de las mañana una liturgia de la palabra especial con este motivo, en la capilla Redemptoris Mater de las estancias pontificias. El encuentro de oración culminó con la predicación del padre Cantalamessa.

El hilo conductor de su intervención, la segunda de este Adviento, fueron las palabras del profeta bíblico Joel «Retornad a mí, con ayunos, llantos y lamentos».

Ayuno y conversión
Comenzó constatando que creyentes de otras religiones cristianas e incluso no creyentes han adherido a la propuesta de ayuno lanzada por el obispo de Roma para este viernes, compartiendo las razones humanitarias.

«Esto ya es algo bueno», aclaró. «Es la respuesta al llamamiento que la Iglesia extiende cada vez con más frecuencia más allá de sus confines a los hombres de buena voluntad».

Sin embargo, para los creyentes el ayuno es mucho más, siguió afirmando el fraile capuchino: «es una llamada a la conversión, a la lucha interior consigo mismo para regresar a Dios. Esta es la única «guerra santa» compatible con el espíritu del Evangelio».

Nuevas formas de ayuno
Según Cantalamessa, el ayuno en nuestros días debería asumir sobre todo «la forma de la sobriedad». «Deberían inventarse hoy –propuso– formas nuevas de ayuno, además del de la comida: ayuno de las palabras, ayuno de los pensamientos, ayuno de las imágenes».

El ayuno, además, debería asumir «un valor ascético y profético permanente», traduciéndose en «solidaridad con los millones de personas para los que pan y agua sería una comida suculenta».

Ayuno y solidaridad
«El ayuno es sobre todo un signo de solidaridad humana y cristiana pues lleva al hombre a vivir voluntariamente lo que millones de personas viven de manera forzada por necesidad», subrayó el predicador papal.

Ayuno y oración
Con el Evangelio en la mano, el padre Cantalamessa exhortó finalmente a no desanimarse ante oraciones que parecen no ser escuchadas. «Un día descubriremos que ninguna oración de intercesión hecha con fe y humildad ha sido en vano –aseguró–. No hay que preocuparse por verificar si ha habido una respuesta, esta tarea hay que dejársela a Dios».

«Mucho menos quedará sin ser escuchada la oración de hoy, que se eleva a Dios desde toda la Iglesia por la paz y es acompañada por el ayuno –concluyó la predicación–. Es válida sobre todo para el demonio de la guerra y el terrorismo. Esta especie de demonios sólo se expulsan con la oración y el ayuno, como dijo en una ocasión Jesús al liberar a un poseído».

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ZENIT Staff

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