Tenía 90 años. Sus funerales fueron celebrados el 13 de diciembre, presididos por el obispo «oficial» (reconocido por el Partido) de la diócesis de Hankou (Wuhan, región del Hubei), monseñor Bernardino Dong Guangqing.
Monseñor Liu había salido de la clandestinidad al principio de los años noventa y se había reconciliado con el obispo «oficial» (reconocido por el régimen comunista), monseñor Dong, también franciscano. Aunque no era reconocido por el gobierno, todos los fieles de la Iglesia y diversas personalidades estatales lo llamaban «obispo Liu».
Liu había nacido en 1910 y entró en la Orden franciscana en 1929. Ordenado sacerdote en 1936, fue elegido Vicario general de Hankou en 1950, un año después de la toma del poder del Partido comunista. Se distinguió, junto con otros sacerdotes y religiosos de la diócesis (como Antonio Yang y Luis Ludovico Liu), por su oposición al nacimiento de la Asociación Patriótica.
Después de la expulsión del Obispo de Hankou, el 2 de octubre de 1952, Odorico Liu y otros sacerdotes sufrieron encarcelamientos temporales, interrogatorios, obstáculos, etc., hasta que el 14 de septiembre de 1954 fue arrestado junto a otros 7 colegas.
En 1957, el padre Bernardino Dong participó en el Congreso Nacional de Pekín para la creación de la Asociación Patriótica y, en 1958, fue uno de los primeros obispos consagrados sin el consenso de Roma. El 8 de febrero de 1958, el padre Liu fue condenado a 20 años de cárcel, a trabajos forzados y a 3 años de pérdida de los derechos civiles.
En los años noventa, monseñor Liu y monseñor Antonio Yang –ordenados obispos clandestinos en los años ochenta– decidieron reconciliarse con su hermano en religión, el obispo de la Iglesia oficial, monseñor Dong.
Monseñor Liu pasó ser padre espiritual del Seminario regional de China en Wuchang (Wuhan) y monseñor Yang residió en la catedral de Hankou, de la que había sido párroco durante muchos años, antes de su encarcelamiento, hasta su muerte, acaecida hace 2 años (el 110.12.1999).
El gesto de reconciliación entre los obispos tuvo mucha resonancia en la Iglesia china. Un sacerdote de Wuhan ha declarado a la agencia Ucan: «Monseñor Liu era un santo y los esfuerzos de reconciliación de los dos obispos franciscanos fueron un gran ejemplo para nosotros».
En los últimos años, la colaboración entre la Iglesia oficial y la subterránea en muchas regiones de China ha sido cada vez más fuerte.
En la esquela, entregada durante los funerales, no se menciona monseñor Liu como «obispo». Una católica de Wuhan, declaró al respecto: «Aunque el gobierno no lo sabía, monseñor Liu fue nuestro obispo. Al menos la Iglesia debe reconocerlo como tal. No debemos permitir que las cuestiones de fe sean contaminadas por la política».