TURÍN, 22 diciembre 2001 (ZENIT.org).- ¿Qué piensa sobre Harry Potter un experto en nuevos movimientos religiosos y sectas?
Zenit ha entrevistado a Massimo Introvigne para averiguarlo. Es Director del CESNUR, el Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones, una agrupación internacional de asociaciones de estudiosos que trabajan en el campo de los nuevos movimientos religiosos. Acaba de publicar un libro sobre Osama bin Laden.
–Zenit: Muchos critican los libros de Harry Potter porque afirman que es peligroso exponer a los niños a la brujería y a lo oculto. ¿Qué piensa usted?
–Massimo Introvigne: Como católico y sociólogo, considero que se trata de una interesante, e incluso peligrosa, forma de fundamentalismo, un tema que me suscita considerable interés.
El fundamentalismo, en general, consiste en atacar la autonomía de la cultura –y de la esfera secular en general, incluida la política– afirmando que no debería haber distinción entre cultura y religión.
Los fundamentalistas, desde el punto de vista católico, no están equivocados en su diagnosis sobre la enfermedad de la cultura moderna, como es la separación o el divorcio entre religión y cultura. Lo equivocado está en la cura que proponen para la enfermedad.
El Concilio Vaticano II –y Tomás de Aquino siglos antes– enseña que la religión y la cultura no deberían separarse; al mismo tiempo, pide que no se confundan, porque no son ni una cosa ni la otra. Cuando el Vaticano II habla de la autonomía de la esfera secular, la palabra que usa es “distinción”, algo diferente de la secularista “separación” y de la fundamentalista “confusión”.
El fundamentalismo es raro entre católicos, pero la cruzada anti-Potter es un ejemplo de cómo las ideas fundamentalistas protestantes están logrando extenderse también en ciertos ambientes católicos.
No hay duda alguna de que los libros y la película de Harry Potter son excelentes ejemplos de una producción social de cultura popular que –a diferencia del siglo XVII- no es controlada ni determinada por la Iglesia o la comunidad cristiana.
Los secularistas dirían que no se trata sólo de algo bueno y positivo, sino que deberíamos juzgar los productos culturales contemporáneos con total independencia de los valores cristianos.
Los fundamentalistas rechazan, o incluso queman, todo producto de la cultura popular contemporánea, porque sus formas de producción, lenguajes y estilos no son intrínsecamente cristianos. Si queremos respetar la enseñanza católica sobre la autonomía de la cultura, aunque mantengamos el derecho a juzgar sobre productos de acuerdo a nuestros propios valores, no podemos desechar la cultura popular contemporánea como un todo y deberíamos juzgar caso por caso.
Es un hecho obvio que la cultura popular moderna con frecuencia usa el lenguaje de lo mágico. Esto es volver a los clásicos como “El Señor de los Anillos”, “El Mago de Oz”, “Mary Poppins” y “Peter Pan”, sin mencionar a muchos antiguos cuentos, como la Cenicienta, Blanca Nieves y la Bella Durmiente.
Los autores de lo que llamamos “ficción sobrenatural” no creen necesariamente en la magia. Por ejemplo, Bram Stoker, el creador de una de las más acabadas novelas de ficción sobrenatural, “Drácula”, también escribió un libro con el título “Impostores Famosos” contra toda clase de creencias supersticiosas y mágicas. Stoker era un protestante irlandés, casado con una piadosa esposa católica.
Muchos niños entienden que lo mágico se usa en los cuentos de hadas y en la ficción juvenil sobrenatural como un lenguaje antiguo, y es ficción, no realidad. Si rechazamos el uso de lo mágico como lenguaje, deberíamos ser fundamentalistas hasta el fondo, e ir contra “Mary Poppins”, “Peter Pan” y la “Bella Durmiente” e insistir en que la Cenicienta se ponga el burkha que imponen los talibán a las mujeres.
De hecho, esto no sólo los hacen los talibán sino incluso los puritanos gobernantes Wahhabitas de Arabia Saudí: todos los títulos y cuentos que he mencionado estaban prohibidos en el Afganistán talibán, y lo siguen estando en Arabia Saudí.
Por supuesto, considerar que el lenguaje mágico es un lenguaje aceptable no significa que no deberíamos analizar las historias que se cuentan con este lenguaje. “Harry Potter”, como “La Bella Durmiente” o “La Cenicienta”, en mi opinión, pasan este examen con una alta puntuación, porque los valores humanos que enseñan son valores naturales buenos.
–Zenit: Los críticos de Harry Potter ven una gran diferencia entre autores como Tolkien y C. S. Lewis que, segœn ellos, usan elementos mágicos de modo cristiano. Los libros de J. K. Rowling, donde lo mágico se presenta con la fascinación gnóstica y pagana.
–Massimo Introvigne: Me parece que aquí hay una gran confusión entre el autor y el texto. No es necesario leer la moderna teoría de la interpretación –como, por ejemplo, la de Umberto Ecco– para darse cuenta de que son dos cosas muy diferentes. Es suficiente leer filosofía clásica para distinguir entre “intentio auctoris” e “intentio operas”.
Todos sabemos que Tolkien fue un buen católico. Pero desafío a cualquiera que no sepa nada de la biografía de Tolkien a encontrar referencias explícitas al cristianismo en “El Señor de los Anillos”. Se trata del típico universo alternativo, donde las reglas del juego son simples no como ocurre en la historia humana.
Incluso ha habido algunos bobos que han intentado crear una religión sacada de los libros de Tolkien. Esto es de tontos. El mundo de Tolkien es de ficción, y así será siempre.
Por otro lado, Pamela Travers, que escribió “Mary Poppins”, era una leal discípula del maestro de lo oculto, George Ivanovitch Gurdjieff, lo que no significa que “Mary Poppins” sea propaganda ocultista. Las creencias privadas de los autores tienen una cierta influencia en sus obras, pero con frecuencia no se traducen en referencias explícitas.
Si hubiera que sospechar algo, el mundo de Tolkien es mucho más desolado y problemático que el de “Harry Potter”. Pero, repito, es ficción, y lo que realmente cuenta es la lección que aprendemos de los personajes y de sus luchas morales.
–Zenit: Hay otros que ven en las historias de Potter un cuento clásico de niños, si bien con elementos mágicos, del bien contra el mal. ¿Qué elementos positivos hay para los lectores en estos libros?
–Massimo Introvigne: Como en “El Señor de los Anillos” de Tolkien –que yo recomendaría a niños un poco más mayores que al comœn de los lectores de “Harry Potter”–, hay valores preciosos para el mundo postmoderno en el que vivimos.
Primero, existe una clara distinción entre el bien y el mal. Segundo, esta distinción no es ni totalmente blanca ni totalmente negra –característica típica tanto de la cultura popular barata como del fundamentalismo–; es más, los personajes buenos están continuamente en peligro de ser vencidos por un mal que está dentro de ellos.
Esto es lo que hace que estos personajes sean creíbles y puedan educar. Pienso además que el no incluir referencias específicas al cristianismo en un universo de ficción, incluso en un autor tan obviamente cristiano como es Tolkien, es lo mejor que se puede hacer. Los jóvenes lectores no deberían confundir los mundos de ficción con el cristianismo, que forma parte de la realidad.
–Zenit: En los œltimos años se ha incrementado el interés por los temas relacionados con lo oculto. ¿Es una señal de la falta de influencia cristiana en la cultura moderna?
–Massimo Introvigne: Esto es en parte verdad, pero resulta demasiado simple repetir que “lo oculto está en alza” basándose en recortes de prensa, sin tener familiaridad alguna con el gran cuerpo de lite
ratura científica que existe sobre el tema.
Es verdad que algunos grupos ocultistas están creciendo, pero son todavía muy pequeños si los comparamos con las confesiones cristianas. En la Unión Europea, los miembros pertenecientes a movimientos ocultistas o esotéricos son menos del 0,1% de la población. Lo mismo ocurre en Estados Unidos.
El hecho de que los medios de comunicación ofrezcan una gran cobertura informativa de estos grupos no significa que sean grandes. Algunas creencias están al alza, en especial la encarnación, pero esto no es puramente una creencia “oculta” –se encuentra en cierta ficción contemporánea, pero no con demasiada frecuencia.
Por otro lado, concluir que lo oculto está en alza por la popularidad de algunas series de televisión como “Expediente-X” es, repito, una confusión entre ficción y realidad.
Esto demuestra que se le da un gran seguimiento en Europa, aunque aquí los movimientos ocultistas están hoy experimentando un declive. Hay cierta evidencia empírica de que una década de fuerte ficción mágica en la televisión no ha dado como resultado un incremento de los miembros de los movimientos ocultos.
–Zenit: Una de las consecuencias de los libros de Potter ha sido el aumento del interés por la lectura entre los niños. Por otro lado, existe preocupación sobre la creación de mundos imaginarios y las dificultades que éstos pueden crear para los niños a la hora de distinguir entre realidad y ficción. ¿Qué deberían hacer los padres para orientar a sus hijos?
–Massimo Introvigne: Creo que el mayor acto de magia de “Harry Potter” consiste en hacer que los niños vuelvan del cine y a los libros. Harry Potter logró que mi hija de 8 años me dijera que prefería leer a ver la televisión. Fue una sorpresa. Esto, sin ninguna duda, es bueno.
Sin embargo, mi mujer y yo no la hemos dejado sin control y discutimos constantemente sobre “Harry Potter” con nuestra hija, cerciorándonos de que ella ha comprendido que la magia es ficción. Ahora bien, los valores morales buenos son reales y deberían prevalecer también en el mundo real.
Los padres deberían hacer esto –y sabemos que es difícil– con muchos de los productos de la cultura popular contemporánea, graduándolos segœn la edad de sus hijos, en vez de encerrarlos en un ghetto fundamentalista.
No me gustaría ver una versión católica del régimen talibán y, francamente, prefiero que mi Cenicienta vaya a la fiesta sin el burkha.