Tierra Santa: El ramo de olivo, el arma más eficaz

El patriarca de Jerusalén comenta la actual situación

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JERUSALEN, 23 diciembre 2001 (ZENIT.org).- «El ramo de olivo es el arma más eficaz en la mano de los palestinos, en la resistencia para recuperar su tierra y su libertad». Lo afirmó el pasado jueves Su Beatitud Michel Sabbah al encontrarse con los periodistas al leer en árabe y en inglés su mensaje de Navidad.

A pesar de la dramática situación, el patriarca latino de Jerusalén, originario de Nazaret, irradia confianza y determinación.

–¿Cómo es posible llegar a la paz mientras, como ha escrito en su mensaje, «sigue la injusticia, la ocupación de la tierra, la humillación de las personas, las masacres, el asedio impuesto, la privación de la libertad que Dios les ha dado»?

–Michel Sabbah: He escrito también que Dios es cercano incluso si parece lejano. Que cada bien y cada mal tendrá su recompensa en esta misma vida, tanto por parte de las personas como de los pueblos. Que la injusticia un día tendrá fin y veremos en esta tierra el rostro de Dios, la paz y la libertad de sus hijos, palestinos e israelíes. Nuestro mensaje es de paciencia, de valor, de esperanza. Es una invitación, como ya he dicho, a empuñar un ramo de olivo, en lugar de las armas. Estoy convencido de que a largo plazo el olivo vencerá sobre la violencia, la paralizará. A pesar de todo, yo sigo esperando, proclamando la esperanza. ¿Qué haría el rebaño si incluso el pastor dejara de esperar?

–¿En qué paz esperar?

–Michel Sabbah: En general, en la paz que nace de la conversión de los corazones. En particular, en una paz posible, en una relación de buena vecindad. Una paz, como digo en el mensaje, que ponga fin a la ocupación, a un evento militar que dura desde 1967. La paz que libere a los soldados, que les restituya la capacidad de amar y de construir en vez de mantenerlos bajo órdenes que les obligan a manchar sus manos con la sangre de los otros. También ésta es posible y necesaria.

–¿Qué quiere decir a los israelíes?

–Michel Sabbah: En parte, lo acabo de sugerir. Luego, les digo feliz Navidad, feliz Hanukka (la fiesta de las luces). Mi mensaje al pueblo judío es de esperanza, pero es también una invitación a rectificar las medidas tomadas por sus líderes: el pueblo debe hacer la paz que los gobernantes no han logrado concluir. La acción política está produciendo cada vez más violencia, debe cambiar de vía. Si sigue la ocupación, que es la mayor causa de la violencia, si siguen los ataques y las represalias, no se sale adelante. La bondad de Dios y su gracia pueden estar más presentes en el corazón de un pueblo que en los planes de los políticos y los militares. Y la violencia acabará cuando se haga justicia, cuando todos, israelíes y palestinos, gocen de la misma libertad y de la misma seguridad.

Tenemos necesidad de una nueva generación de líderes, de una nueva visión del mundo. En Tierra Santa no tenemos necesidad de jefes que enseñen a hacer la guerra y que pidan a sus pueblos aceptar tantos sacrificios, incluso el de la vida; sino de jefes que tengan una clara visión de la justicia y la paz y el valor para realizarlas. Dispuestos a pagar ellos mismos el alto precio de la paz, hasta el martirio. Tenemos necesidad, como dice el salmista, «de la generación de aquellos que buscan a Dios y su rostro».

Quien no cree en Dios no cree en el hombre, no sabe reconocer y respetar en el rostro del prójimo la dignidad que viene de Dios.

–Sin embargo hay quien, como algunos fanáticos, mata en nombre de Dios.

–Michel Sabbah: Dios es amor, no quiere que el hombre mate a su hermanos. Quien mata no lo hace en su nombre sino en el de un Dios personal.

–En su mensaje alude a una larga historia de sufrimientos y de humillaciones. ¿Se refiere también a los cristianos?

–Michel Sabbah: Es la historia de todos, desde el presidente Yasser Arafat al más pequeño palestino, y el patriarca está en medio. Los cristianos han sufrido mucho, algunos se van. Somos cada vez menos numerosos, pero siempre quedará un pequeño rebaño para testimoniar que justamente aquí, como dice San Pablo, se apareció la Gracia portadora de salvación.

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ZENIT Staff

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