CIUDA DEL VATICANO, 10 enero 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II denunció este jueves con «pena» el que se margine los creyentes del proceso integración europeo, lo cual no es sólo «una injusticia», sino también «un error de perspectiva».
Al encontrarse con los embajadores de 172 países acreditados ante la Santa Sede, el Santo Padre deploró que en la última cumbre de líderes de la UE celebrada en Bélgica entre el 14 y el 15 de diciembre, «las comunidades de creyentes no han sido mencionadas explícitamente» para esta labor.
Al referirse a las iniciativas de redacción de una «Constitución de la Unión», confesó: «No sin cierta pena, he visto que, entre los miembros que deberían contribuir a la reflexión sobre la «Convención» instituida durante la cumbre de Laeken el mes pasado, las comunidades de creyentes no han sido mencionadas explícitamente».
«La marginación de las religiones que han contribuido y todavía contribuyen a la cultura y al humanismo de lo que Europa está legítimamente orgullosa, me parece que son al mismo tiempo una injusticia y un error de perspectiva», denunció el Papa.
«¡Reconocer un hecho histórico innegable no significa en absoluto ignorar toda la exigencia moderna de una justa laicidad de los Estados y, por tanto, de Europa!», añadió.
De cara a la redacción de una futura Constitución, el pontífice advirtió que «es fundamental que se aclaren cada vez mejor los objetivos de esta construcción europea y los valores sobre los que ha de apoyarse».
Ahora bien, entre los «motivos de complacencia» que presenta en estos momentos el escenario mundial, el obispo de Roma mencionó «la progresiva unificación de Europa, simbolizada recientemente por la adopción de una moneda única por parte de doce países».
Esta etapa, no debe hacer olvidar sin embargo, aclaró que «la ampliación de la Unión Europea sigue siendo una prioridad».