ROMA, 18 enero 2002 (ZENIT.org).- El presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE) pide a la Unión Europea (UE) no marginar la contribución de los cristianos.
«Es indiscutible que vivimos en una época en la que la religión se ve cada vez más como un asunto privado y la aportación de las religiones y de las instituciones religiosas al bien de la sociedad es cada vez más desconocida por los líderes políticos», constata monseñor Josef Homeyer, obispo de Hildsheim (Alemania), en una entrevista concedida a la agencia católica italiana SIR.
El prelado ha comentado el discurso de Juan Pablo II a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, el pasado 10 de enero, en el que denunció la exclusión de las comunidades de creyentes en el proceso de redacción de la Convención europea.
El prelado explica que no todos en la Unión Europea excluyen esta dimensión. Por ejemplo, en el Libro Blanco para los puestos de dirección, publicado el año pasado, la Comisión Europea reconoce «la especial contribución» ofrecida por las Iglesias y las comunidades de los creyentes a la sociedad.
«Y, si bien la declaración de Laeken no menciona explícitamente a tales comunidades, tal como ha subrayado el Papa, tampoco las excluye –añade Homeyer–. Ciertamente, habríamos preferido que hubieran sido claramente reconocidas pero tenemos presente que hay muchos ciudadanos europeos que querrían que fueran explícitamente excluidas».
«En este sentido, el Papa ha dicho algo muy importante –concluye el prelado alemán–: » Reconocer un hecho histórico innegable no significa en absoluto ignorar toda la exigencia moderna de una justa laicidad de los Estados y, por tanto, de Europa». Como representantes de las Iglesias y de las comunidades de los creyentes, no pedimos ningún privilegio extraordinario, sino sólo que sea reconocida la especificidad de nuestra especial aportación a la sociedad».