ROMA, 30 enero 2002 (ZENIT.org).- A pesar de la campaña internacional que logró el Premio Nobel de la Paz 1997, en el último año se han seguido colocando minas antipersonales en 26 países, constata el informativo mensual de los misioneros javerianos «Missione oggi».
Un artículo del padre Marcello Storgato revela que todavía hay 54 países que no han adherido a la Convención internacional de Ottawa, que prohíbe la producción, venta y colocación de estos artilugios mortales.
Entre ellos, se encuentran Rusia, China, Estados Unidos, Finlandia y Turquía, así muchos países ex soviéticos y de Oriente Medio.
Juan Pablo II ha alentado decididamente el «proceso de Ottawa» que culminó con la Convención, promovida de manera particular por la Premio Nobel de la Paz 1997, Jody Williams, y por el gobierno de Canadá.
«En el último año –informa la revista misionera– se han colocado nuevas minas en 26 países: Angola, Burundi, República Democrática del Congo (RdC), Eritrea, Etiopía, Namibia, Senegal, Somalia, Sudán, Uganda, Colombia. Pasando a la región asiática y de Oriente medio, la lista prosigue con el Afganistán, Filipinas, la India, Israel, Kirguistán, Myanmar (Birmania), Nepal, Pakistán, Sri Lanka, Tayikistán, Uzbekistán. En Europa, los estados afectados son Georgia, Yugoslavia, Macedonia, Rusia».
«Unos 41 estados han desistido de producir las minas antipersonales –sigue informando–. Entre ellos figuran muchos de los grandes productores de los años setenta, ochenta y principios de la década de los noventa».
«Catorce naciones han seguido produciéndolas: Egipto, Estados Unidos y Cuba, China, Corea del Norte, Corea del Sur, India, Irán, Iraq, Myanmar (Birmania), Singapur, Vietnam y Rusia», revela.
Es particularmente preocupante la situación de Afganistán, uno de los países con el mayor número de minas en su territorio, constata «Missione oggi».
En 1997, según fuentes de la ONU, se habían colocado 120 millones de minas en casi 70 países. Las minas antipersonales, que fueron introducidas durante la primera guerra mundial, matan o hieren a una persona cada veinte minutos. La mayoría de estas víctimas son civiles. Cada año mueren 26 mil personas víctimas de estas armas.