Dos sacerdotes secuestrados por guerrilleros en Colombia

Un colaborador de monseñor Duarte tiene que abandonar el país

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BOGOTÁ, 8 abril 2002 (ZENIT.org).- Dos sacerdotes colombianos han sido secuestrados por un grupo guerrillero; por su parte, un cercano colaborador del arzobispo asesinado Isaías Duarte Cancino ha tenido que abandonar el país tras recibir amenazas.

El párroco de Saravena, Saulo Carreño, y el de Arauquita, Teodoro González, fueron secuestrados el pasado sábado cuando iban a cumplir una misión humanitaria para recibir a un grupo de siete alcaldes, concejales y diputados del departamento de Arauca.

Según informa el diario colombiano «El Tiempo» sus secuestradores serían hombres del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El obispo de Arauca, monseñor Rafael Arcadio Bernal, protestó por el secuestro de los dos sacerdotes y dijo que esta acción «vulnera los derechos de los sacerdotes y el sentimiento religioso
de la comunidad cristiana».

El prelado agregó que haber engañado a los dos sacerdotes con la excusa de invitarlos a recibir a otros rehenes, «debilita gravemente la credibilidad de los autores» del secuestro.

La autoría del secuestro de los presbíteros fue reinvidicada por subversivos de ese grupo armado, a través de un comunicado enviado la emisora «Voz del Cinaruco», de Arauca, en el cual exigió la presencia de una delegación de autoridades departamentales, la Cruz Roja, la Iglesia católica y los medios de comunicación para entregar a sus nueve rehenes.

La condición fundamental impuesta por la guerrilla para la liberación de los secuestrados en el comunicado, es «el derecho a divulgar nuestro mensaje» por los medios.

Por su parte, el padre Gersaín Paz, responsable de comunicación de la arquidiócesis de Cali, y cercano colaborador de monseñor Isaías Duarte Cancino, asesinado el pasado el 16 de marzo, anunció hoy que saldrá del país debido a las amenazas de muerte que ha recibido por sus denuncias sobre los posibles autores del crimen del jerarca católico.

«Mis superiores están muy preocupados por mi seguridad, por lo cual tengo que irme temporalmente», dijo el padre Gersaín.

«Pero no me arrepiento de nada de lo que he dicho», agregó el sacerdote que no precisó de donde provienen las amenazas en su contra.

Al parecer podría tratarse de las mismas personas que asesinaron al arzobispo Duarte Cancino, después de haber denunciado la presencia de «dineros malditos de la droga», financiando campañas de aspirantes al Congreso en las elecciones del pasado 10 de mazo.

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ZENIT Staff

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