CIUDAD DEL VATICANO, 21 abril 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó este domingo un enérgico llamamiento a israelíes y palestinos para que dejen de utilizar la Basílica de la Natividad de Belén, asediada desde el pasado 2 de abril, como un motivo de «chantajes».

«Nuestra oración sigue haciéndose insistente por la situación en Tierra Santa, desde donde no dejan de venir por desgracia preocupantes noticias e imágenes de destrucción», reconoció el Papa tras ordenar a veinte nuevos sacerdotes.

«Son imágenes que tienen más fuerza que cualquier otro llamamiento --añadió desde la ventana de su estudio ante miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano-- y llevan a intentarlo todo, a todos los niveles, para que aquella Tierra, bendita por Dios, salga cuanto antes la espiral del odio y de la violencia».

El obispo de Roma confesó que todos los días piensa en la situación de la Basílica de Belén, asediada desde el pasado 2 de abril por el Ejército israelí, cuando más de 200 palestinos, muchos de ellos armados, se refugiaron en su interior.

En los edificios contiguos, se encuentran encerrados sin agua, sin energía eléctrica, y sin alimentos, 35 franciscanos y 4 franciscanas, así como tres monjes armenio-ortodoxos y cuatro greco-ortodoxos.

Juan Pablo II denunció que desde hace casi ya 20 días «la Basílica y los edificios contiguos son teatro de enfrentamientos, de chantajes, y de insoportables acusaciones mutuas».

«¡Que ese lugar, y todos los lugares santos, sean restituidos cuanto antes a la oración y a los peregrinos, a Dios y al hombre!», exigió.

A palestinos e israelíes les invitó a tener «la valentía de la paz» y a la comunidad internacional «la tenacidad dela solidaridad».

«¡Que israelíes y palestinos puedan aprender a vivir juntos y la Tierra Santa vuelva a ser finalmente Tierra agrada, Tierra de paz!», deseó.