MANILA, 8 abril 2002 (ZENIT.org).- Ha sido liberado este lunes al sur de Filipinas el padre Giuseppe Pierantoni, misionero italiano de 45 años, después de 172 días de cautiverio.

En una conversación con el padre Virginio Bressanelli, superior general de la congregación del Sagrado Corazón de Jesús (religiosos conocidos como dehonianos), el padre Pierantoni afirmó que ha vivido «una experiencia significativa, capaz de cambiar a una persona», que le ha permitido rezar mucho.

El misionero, que había sido secuestrado el 17 de octubre, afirmó en una rueda de prensa, organizada en Manila por la presidenta Gloria Macapal Arroyo: «El poder de la oración me ha salvado».

En el encuentro con la prensa, dio las gracias al obispo de Pagadian, monseñor Zacharias Jiménez: «Creo que mi liberación se debe a un milagro como consecuencia de sus oraciones».

Monseñor Jiménez durante estos meses hizo lo imposible por lograr la liberación del misionero, pidiendo oraciones, difundiendo informaciones útiles y desmintiendo las falsas, y cultivando los contactos con los secuestradores.

«Ahora estoy mejor que antes. La vida en medio de la naturaleza ha sido como una especie de retiro espiritual», añadió.

El Ejército dijo que el misionero fue liberado en torno a las 2 de la madrugada, hora local, tras un intenso enfrentamiento entre los secuestradores y las tropas gubernamentales en Tungawan, a unos 80 kilómetros al nordeste de Zamboanga. A continuación fue trasladado a la capital, Manila, para entrevistarse con la presidenta filipina.

Según fuentes militares, el grupo de secuestradores estaba compuesto en buena parte por ex guerrilleros del Frente de Liberación Islámico Moro (MILF), movimiento rebelde que desde hace meses está negociando la paz con el Ejecutivo. Las autoridades afirman que no han pagado ningún rescate por la liberación del misionero.

El padre Virginio D. Bressanelli, superior general de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, ha hecho público hoy un comunicado de prensa en el que indica que, «el religioso se encuentra en buenas condiciones de salud, aunque cansado por las tensiones, los traslados y la precariedad vivida en este tiempo».

«Está sin embargo sereno y sin ningún sentimiento de animosidad contra quien le ha procurado esta dolorosa experiencia», aclara.

El superior de los religiosos dehonianos considera que esta experiencia ha servido a su congregación para crecer «en el diálogo interreligioso con los musulmanes».

«Hemos apreciado mucho la postura de una parte de ellos que, además de condenar el secuestro, han convocado momentos especiales de oración en sus mezquitas», añade el superior.