ASÍS, 9 abril 2002 (ZENIT.org).- Por tercera vez en la historia de siglos de la Basílica de San Francisco en Asís sus puertas permanecieron abiertas toda la noche, el pasado domingo, para rezar por la paz en Tierra Santa.

Ante la tumba del santo de la paz, se unieron en oración los Frailes Menores que custodian Tierra Santa, y en particular la Basílica de la Natividad de Belén, invadida por palestinos armados y asediada por el Ejército Israelí.

La larga vela se inició con la lectura del mensaje que Juan Pablo II envió a los jóvenes (la mayoría de los presentes) procedentes de diversas diócesis italianas en el que les anima a «reforzar el testimonio evangélico de reconciliación» y asegurarles su unión en la oración.

Durante la vigilia, en el altar de la Basílica inferior se colocó la lámpara de la paz que el Papa donó con motivo de la jornada de oración interreligiosa del 24 de enero pasado.

El momento más intenso del encuentro tuvo lugar con la conexión telefónica entre el Custodio del Sacro Convento, el padre Vincenzo Coli y el custodio de Tierra Santa, el padre Giovanni Battistelli, quien se unió en un abrazo espiritual a todos aquellos que participaban en la oración.

Battistelli habló sobre todo de la difícil situación de los franciscanos que están en el convento de la iglesia de la Natividad en Belén.

La vigilia fue presidida en su inicio por el obispo de Terni, monseñor Vincenzo Paglia, quien subrayó el hecho de que «desde hace demasiados años el conflicto entre palestinos e israelíes hace llorar demasiados muertos. Pone en movimiento la venganza con una cadena infinita de muertos. El uso de las armas no da seguridad sino, al contrario, se agudizan los conflictos. Y todos salen derrotados».