CIUDAD DEL VATICANO, 14 abril 2002 (ZENIT.org).- Para detener la violencia en Oriente Medio, el hombre de Juan Pablo II para las relaciones con los Estados insiste en la necesidad de crear una fuerza militar de interposición.
El arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario vaticano para las relaciones con los Estados, presentó la propuesta de la Santa Sede este sábado en una entrevista concedida a Radio Vaticano, en la que pide también soluciones para el asedio al que se encuentra sometida la Basílica de la Natividad de Belén.
La Santa Sede propone desde noviembre de 2000 una fuerza de interposición en Tierra Santa que sirva para detener la violencia, consciente de que la iniciativa es complicada, «pues las dos partes no están desplegadas a lo largo de una línea».
El arzobispo habla «de envió sobre el terreno de una tercera fuerza», «un amigo», que vaya sobre el terreno «a separar a los dos contendientes, que no sólo se disparan, sino que son incapaces de mirarse el uno al otro».
La manera en que debe conformarse esta fuerza, según Tauran, no debe ser algo sugerido por la Santa Sede, pues no es su competencia, sino por juristas, con el objetivo de «hacer que callen las armas, crear un clima de confianza mutua, y hacer que los dos contendientes vuelvan a sentarse en la mesa de la negociación».
Por lo que se refiere a la situación de Belén, el prelado denuncia ante todo que el «status quo del lugar santo de la Basílica de la Natividad ha sido violado por palestinos, que se han refugiado en su interior con las armas».
«Ya he afirmado que es la primera vez en la larga historia del «status quo» de los lugares santos en la que se da la permanencia de hombres armados durante tanto tiempo y ciertamente esta es una violación», explica.
Ahora, según monseñor Tauran, se trata de un «problema humanitario»: «doscientas personas armadas con unos treinta frailes y religiosas, y es indispensable asegurar las mínimas condiciones de vida humana».
«Aquí entra en juego la protección de civiles en caso de guerra, es decir, el «derecho en guerra» («ius in bello») y puedo decir –revela– que la diplomacia de la Santa Sede, de manera confidencial y discreta, está tratando de ayudar a las dos partes a hablarse para que se pueda resolver este problema: hay personas ancianas, enfermas, hace falta agua, comida…».
Si bien deja claro que a la Santa Sede no le corresponde ofrecer «soluciones técnicas» al problema, sugiere como idea «la constitución de una comisión mixta israelo-palestina para afrontar este problema».
Por último, el representante de la diplomacia vaticana confiesa su esperanza en la misión del secretario de Estado, Colin Powell, en Oriente Medio, pues es capaz de hablar con todas las partes implicadas, demostrando una vez más que «los unos con los otros –israelíes contra palestinos– no podrán vencer nunca la guerra; los unos con los otros podrán vencer la paz».