Por primera vez, elevadas a los altares una nicaragüense y una argentina

Juan Pablo II proclama seis nuevos beatos

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 abril 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II proclamó este domingo seis beatos, entre quienes se encuentran las dos primeras mujeres de Nicaragua y Argentina elevadas a la gloria de los altares.

Después de que el Papa pronunciara la fórmula de beatificación, los miles de fieles presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano rompieron en aplausos, ondeando banderas de Argentina, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, España, Italia…, países donde hay congregaciones fundadas por ellos.

Durante la homilía, pronunciada en castellano e italiano, el pontífice destacó los elementos más significativos de la vida de los nuevos beatos, tres de ellos discípulos de san Juan Bosco, fundador de los salesianos.

Recordó a María Romero Meneses (1902-1977), hija de María Auxiliadora (salesiana), primera centroamericana elevada a la gloria de los altares, se formó en El Salvador y pasó desempeñó buena parte de su apostolado en Costa Rica, como una «religiosa ejemplar, apóstol y madre de los pobres, que, sin excluir a nadie, eran sus preferidos».

«Estos queridos pueblos centroamericanos, unidos ahora en el júbilo de su beatificación, podrán encontrar en la nueva Beata, que tanto los amó, abundantes ejemplos y enseñanzas para renovar y fortalecer su vida cristiana, tan arraigada en esas tierras», dijo Juan Pablo II.

«¡Que su recuerdo sea bendición para todos y que las obras fundadas por ella, entre las que destaca la «Casa de la Virgen» en San José, sigan siendo fieles a los ideales que les dieron origen!», exhortó.

Al hablar de la primera beata argentina María del Tránsito de Jesús Sacramentado Villegas (1821-1885), fundadora de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, el Papa subrayó su «vida de pobreza, humildad, paciencia y caridad». Vivió así el «ideal franciscano», fundando una nueva familia religiosa, tras haber abandonado dos monasterios de vida contemplativa a causa de la enfermedad.

De Artémides Zatti (1880-1951), coadjutor salesiano, llegado a Argentina con su familia emigrante, subrayó su «servicio apasionado, competente y lleno de amor a los enfermos». Sus casi cincuenta años de entrega total a los pobres de la ciudad argentina de Viedma son, según el Papa Wojtyla, un llamamiento a descubrir «la presencia del Señor» y «a acogerlo en todos los hermanos necesitados».

El italiano Luis Variara (1875-1923) fue, como constató el sucesor de Pedro, el «primer salesiano ordenado sacerdote en Colombia». Dado que las jóvenes leprosas o hijas de leprosas que conocía no eran aceptadas en la vida religiosa, decidió fundar una Congregación para ellas, las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, «floreciente Instituto hoy presente en diversos países».

Los otros dos beatos son los italianos Ludovico Pavoni (1784-1849), fundador de los Hijos de María Inmaculada, quien dedicó su vida a «la asistencia de los jóvenes pobres y abandonados, en especial de los sordomudos», recordó el Santo Padre; y Gaetano Errico (1791-1860), «mártir del confesionario», quien «frente al rigorismo espiritual de los jansenistas», anunció «la grandeza de la misericordia de Dios».

El Papa presentó a los nuevos beatos como modelos, pues «supieron reconocer la presencia viva del Señor en la Iglesia y, venciendo dificultades y miedos, se convirtieron en sus testigos entusiastas y valientes ante el mundo».

En la celebración participaron los presidentes de Nicaragua, Enrique Bolaños, y de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, que tienen previsto reunirse durante su permanencia en Roma. Sus países tienen un problema en la zona fronteriza del Río San Juan. El diferendo ha sido llevado al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

El número de beatos proclamados por Juan Pablo II en su 23 años de pontificado se elevó este domingo a 1.288. En estos años también ha proclamado a 456 santos. Ha elevado así a la gloria de los altares a más de la mitad de los beatos y santos proclamados en toda la historia de la Iglesia.

El Papa, que se recupera de la artrosis que sufre en la rodilla derecha, presentó un aspecto físico mejor que el de Semana Santa, aunque en algunos momentos se le notó cansancio provocado por una ceremonia de la larga duración.

Además de las numerosos y significativos representantes de Nicaragua y Costa Rica, en la beatificación estuvo presente una delegación argentina, presidida por el secretario de Estado para el Culto, Esteban Caselli.

Concelebraron la eucaristía medio centenar de cardenales, arzobispos, obispos, y sacerdotes, entre quienes se encontraban los purpurados Miguel Obando y Bravo, de Managua, y Pedro Rubiano Saénz, de Bogotá, así como los arzobispos Román Arrieta Villalobos, de San José de Costa Rica, y Carlos José Núñez, de Córdoba (Argentina).

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ZENIT Staff

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