BELÉN, 15 abril 2002 (ZENIT.org).- La situación de los franciscanos de la Basílica de la Natividad en Belén sigue siendo desesperada, informaron a Zenit este lunes fuentes de la Curia General de los Frailes Menores.
«El Ejército israelí impide todavía la distribución de agua y corriente eléctrica –afirmaron–. El Ejército impide, además, el aprovisionamiento de víveres».
Estas mismas fuentes han confirmado que en la última noche, «como todas las noches», los religiosos han escuchado fuertes explosiones y disparos en el exterior de la Basílica.
«Los frailes franciscanos y las religiosas –al igual que todos los días de esta crisis sin precedentes– reunidos en oración en varias ocasiones durante la jornada, invocan la fuerza de la Gracia divina para perseverar en la fidelidad a su misión en el lugar del nacimiento del Salvador del mundo», afirman los superiores franciscanos de la Curia General en Roma.
El asedio militar de la basílica entró este lunes en su decimocuarto día al fracasar todos los intentos diplomáticos hasta la fecha para que las autoridades israelíes –que exigen la rendición de los palestinos, entre ellos el gobernador del distrito de Belén– lo levanten.
El primer ministro Ariel Sharon afirmó el domingo que entre los atrincherados hay «terroristas buscados», y que éstos pueden escoger entre ser juzgados en Israel o el destierro si se entregan, condición para que recuperen su libertad todos los demás encerrados.
El Ejército israelí entregó este domingo medicinas para socorrer a fray Johannes Simon, franciscano de nacionalidad alemana, enfermo de diabetes, al que se le habían terminado los medicamentos y estaba en peligro de vida. Se impidió a la Cruz Roja el acceso al Convento de la Natividad, informan estas fuentes franciscanas.
El portavoz de la Custodia de Tierra Santa, el padre David Jaeger, dijo este lunes: «Renovamos nuestro llamamiento a las partes para que encuentren rápidamente la tan deseada solución pacífica y honrosa, como lo requeriría también el Acuerdo internacional firmado por cada una de ellas con la Santa Sede».
«Dado que hasta hoy la responsabilidad del fracaso de las negociaciones se la atribuyen los unos a los otros, lanzamos este desafío urgente: ¡sed los primeros en anunciar vuestra aceptación de una solución que la otra parte no se sienta objetivamente autorizada a rechazar!», clama el franciscano.