El terreno y la autorización habían sido dados por las autoridades locales. Los fieles piensan que la denuncia sobre la ilegalidad de la construcción y la consiguiente destrucción provienen de autoridades superiores.
La mañana del 11 de abril, cerca de dos mil policías invadieron la aldea. Algunos tanques militares derribaron los muros del edificio, mientras explosivos hicieron saltar los cimientos. Los setecientos fieles de la parroquia no pudieron hacer nada. Testigos oculares dicen que vieron la escena «llorando y en oración».
Una tercera parte de la iglesia, iniciada hace 3 meses, ya había sido construida, con un gasto de unos 60.000 dólares provenientes de varios bienhechores. El obispo clandestino de Zheng Ding es monseñor Julio Jia Zhiguo, de 66 años, pastor muy comprometido, que periódicamente es sometido a arresto domiciliario: la última vez el pasado 21 de marzo. La policía le había encarcelado durante algunos días, prohibiéndole celebrar todo rito público durante la Semana Santa y Pascua.
Hace dos años, organizaciones humanitarias internacionales denunciaron a China por haber destruido más de 1.500 iglesias y templos religiosos en la zona de Zhejiang (China sur-oriental). La política religiosa del gobierno permite a los fieles reunirse sólo en lugares oficialmente registrados en la Oficina de Asuntos Religiosos.