CIUDAD DEL VATICANO, 21 abril 2002 (ZENIT.org).- Tras ordenar veinte nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma este domingo, Juan Pablo II tomó la palabra desde la ventana de su biblioteca a mediodía de este domingo, antes de rezar el «Regina Caeli» para pedir oraciones por los presbíteros del mundo y por Tierra Santa. Estas fueron sus palabras.
* * *
¡Queridos hermanos y hermanas!
1. Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, he ordenado veinte nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma. Les renuevo mi más cordial saludo, que extiendo también a sus familiares y a quienes están a su lado en este día singular e inolvidable. ¡Queridísimos neosacerdotes, si los jóvenes son la esperanza de la Iglesia, con cuanta más razón lo sois vosotros, jóvenes sacerdotes! Por este motivo os dirijo ante todo a vosotros las palabras que, como sabéis, constituyen el tema de la próxima Jornada Mundial de la Juventud: «Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5, 13).
2. Según una significativa tradición, hoy, cuarto domingo del tiempo de Pascua, se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Este domingo es llamado «del Buen Pastor», pues Jesús se atribuye, en el Evangelio, este elocuente título bíblico. Con la mirada puesta en Él , rezo por todos los sacerdotes que han sido o serán consagrados este año para que den testimonio válido del Buen Pastor con la santidad de su vida y ministerio. Invito a todos a elevar una invocación conjunta a Dios, especialmente en este día, para que florezcan entre el pueblo numerosas y santas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
3. Nuestra oración sigue haciéndose insistente por la situación en Tierra Santa, desde donde no dejan de venir por desgracia preocupantes noticias e imágenes de destrucción. Son imágenes que tienen más fuerza que cualquier otro llamamiento y llevan a intentarlo todo, a todos los niveles, para que aquella Tierra, bendita por Dios, salga cuanto antes del torbellino del odio y de la violencia.
En particular, me dirijo cada día espiritualmente a Belén, en la Basílica de la Natividad, donde viví momentos inolvidables durante mi peregrinación jubilar. Desde hace casi veinte días, la Basílica y los edificios contiguos son teatro de enfrentamientos, de chantajes, y de insoportables acusaciones mutuas. ¡Que ese lugar, y todos los lugares santos, sean restituidos cuanto antes ala oración y a los peregrinos, a Dios y al hombre!
Que María Santísima obtenga a las partes en conflicto la valentía de la paz y a la comunidad internacional la tenacidad dela solidaridad. ¡Que israelíes y palestinos puedan aprender a vivir juntos y la Tierra Santa vuelva a ser finalmente Tierra agrada, Tierra de paz!
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]