CIUDAD DEL VATICANO, 30 abril 2002 (ZENIT.org).- La evangelización auténtica implica el auténtico desarrollo, aseguró Juan Pablo II este martes al recibir a un grupo de obispos nigerianos.
«Evangelización y desarrollo humano integral –el desarrollo de toda persona y de toda la persona– están íntimamente ligados», aclaró el Papa al explicar el auténtico sentido de la liberación social que trae el Evangelio.
«Al buscar su propio fin de salvación, la Iglesia no sólo comunica la vida divina al hombre, sino que además difunde sobre el universo mundo, en cierto modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando la dignidad de la persona», aclaró al encontrarse con el segundo grupo de obispos nigerianos que cumple con su quinquenal visita «ad limina».
«Precisamente –subrayó el obispo de Roma– porque el hombre ha sido revestido de esta extraordinaria dignidad, no debería verse reducido a vivir en condiciones sociales, económicas, culturales o políticas infrahumanas».
«Esta es la base teológica de la batalla por la defensa de la justicia y la paz social, por la promoción, la liberación y el desarrollo integral de la persona, de todas las personas, de cada uno de los individuos», aclaró.
«Este lazo entre evangelización y desarrollo humano explica la presencia de la Iglesia en la esfera social, en el debate público y en la vida social –insistió–. Siguiendo el ejemplo de su Señor, ejerce su papel profético ante todas las personas, en especial los pobres, los que sufren, los indefensos».
«Se convierte así en voz de los que no tienen voz –reiteró–, insistiendo en que la dignidad de la persona humana siempre debería estar en el centro de los programas, a nivel nacional e internacional».
Por ello, «desafía las conciencias de los Jefes de Estado y de los responsables de la vida pública a garantizar más aún la liberación y el desarrollo de sus pueblos».
«La proclamación de la Buena Noticia incluye, por este motivo, la promoción de iniciativas que contribuyan al desarrollo y ennoblecimiento de la existencia espiritual y material de la gente. Denuncia y combate también todo lo que degrada y destruye a la persona humana», explicó.
Y concluyó citando lo que ya había escrito en la encíclica «Sollicitudo Rei Socialis» (41), firmada el 30 de diciembre del año 1987: «Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el anuncio es siempre mas importante que la denuncia».