CIUDAD DEL VATICANO, 8 julio 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha presentado a los jóvenes con los que se encontrará a finales de mes en Toronto con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) el modelo de pureza y perdón de santa María Goretti, una niña asesinada por un joven que quería abusar de ella.
Hace cien años, el 6 de julio de 1902, en el hospital de Nettuno, localidad situada a unos 90 kilómetros al sur de Roma, un día después de aquel dramático ataque, falleció «Marietta» (como la llamaban en su familia), sin haber cumplido los doce años.
Mártir de la pureza
Tras recordar brevemente la vida de María Goretti, hija de una familia de inmigrantes sumamente pobres, el Papa en su misiva dirigida al obispo de Albano, Agostino Vallini, presenta a «la pequeña y dulce mártir de la pureza».
«¡Qué fúlgido ejemplo para la juventud! –exclama el Papa– A la mentalidad sin compromiso, que invade a buena parte de la sociedad y de la cultura de nuestro tiempo, le cuesta comprender la belleza y el valor de la castidad».
«Del comportamiento de esta joven santa emerge una percepción elevada y noble de la dignidad propia y de los demás», añade el mensaje pontificio y pregunta: «¿No es acaso una lección de gran actualidad?».
«Frente a una cultura que valora en exceso el carácter físico en las relaciones entre el hombre y la mujer, la Iglesia sigue defendiendo y promoviendo el valor de la sexualidad como factor que afecta a todos los aspectos de la persona y que deber ser vivido, por tanto, con una actitud interior de libertad y de respeto recíproco, a la luz del designio originario de Dios».
«En esta perspectiva, la persona se descubre como destinataria de un don y es llamada, a su vez, a convertirse en don para el otro», aclara.
Santa del perdón
En segundo lugar, Juan Pablo II presenta a María Goretti como modelo de perdón, pues fue capaz de perdonar a su asesino, Alessandro Serenelli, inquieto joven que la asesinó golpeándola repetidamente con punzón.
El perdón de María fue decisivo para Alessandro. Al salir de la cárcel, tras haber cumplido ejemplarmente con una pena de 27 años, lo primero que hizo fue visitar a la madre de María para pedirle perdón. Encontró trabajo como jardinero en el monasterio capuchino de Macerata, donde pasó el resto de su vida.
«¡Que la humanidad se adentre con decisión en el camino de la misericordia y el perdón!», deseó el Papa al recordar tanto la figura de María como la del mismo Alessandro.
«Propongo el ejemplo de esta santa en especial a los jóvenes, que son la esperanza de la Iglesia y de la humanidad», añade.
Y, al acercarse ya la XVII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará del 23 al 28 de julio en Canadá, el obispo de Roma dice a los jóvenes: «en el corazón dela noche, podemos sentirnos con miedo e inseguros; se espera entonces con impaciencia la llegada de la aurora. ¡Queridos jóvenes, a vosotros os toca ser los centinelas de la mañana, que anuncian la llegada del sol, Cristo resucitado!».