CASTEL GANDOLFO, 21 julio 2002 (ZENIT.org).- Cuando faltaban menos de 48 horas para que emprendiera su viaje a Canadá, Juan Pablo II expresó este domingo el entusiasmo con que se prepara para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tendrán lugar del 23 al 28 de julio.

«Toronto, metrópoli con vocación cosmopolita, está lista para convertirse durante una semana en la capital mundial de la juventud, ¡futuro y esperanza de la Iglesia y de la humanidad!», aseguró antes de rezar la oración mariana del «Angelus» a mediodía.

El Papa demostró encontrarse en un discreto estado de forma, improvisando palabras y saludando a varias decenas de niños y enfermos en sillas de ruedas, al concluir el encuentro que contó con la participación de varios miles de peregrinos, en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.

El obispo de Roma confesó su objetivo para esta primera escala del viaje internacional número 97: «voy para rezar con ellos, para festejar y hacer con ellos una enriquecedora experiencia de fe».

«Los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre pasado y el conflicto en Tierra Santa han extendido por el mundo una sombra oscura. Pero Jesús exhorta a sus discípulos a no tener miedo y les repite: "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo"», siguió diciendo citando el lema de estas Jornadas.

«Los jóvenes cristianos, que se concentrarán en Toronto, están dispuestos a responder a Cristo: ¡Presente! ¡Cuenta con nosotros! Según tu palabra, y sin miedo, echaremos las redes del Evangelio», afirmó.

No se olvidó de los muchos jóvenes que no han podido viajar a Canadá. «Estaremos todos unidos en la oración --dijo--, en la invocación al único Espíritu, que hace de los cristianos un solo Cuerpo en Cristo».

Antes de pedir las oraciones de los cristianos para que las Jornadas Mundiales de la Juventud den los frutos espirituales deseados, agradeció la labor de «todos los que están trabajando para acoger a los jóvenes peregrinos».

Tras saludar en varios idiomas a los peregrinos, el Papa descubrió la presencia de un coro polaco entre los peregrinos que en ese momento gritaban a pleno pulmón. Al saludarles, les pidió a sus miembros que cantaran una de sus canciones preferidas, compuesta por un obispo.

«El obispo estará muy contento en el cielo al escuchar vuestra canción», les dijo el Papa cuando terminaron.

Los polacos, entonces, gritaron: «Ven a nuestro país». El Papa les respondió diciendo que por el momento tenía que ir a Canadá. No lo mencionó, pero del 16 al 19 de agosto, sin embargo, visitará su Polonia natal.

Tras su estancia en Canadá, Juan Pablo II visitará Guatemala, México.