CIUDAD DEL VATICANO, 10 julio 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede advirtió oficialmente a las siete mujeres que se sometieron a una simulada ordenación sacerdotal en Austria por parte de un obispo cismático que quedarán excomulgadas, si no reconocen que la ceremonia era nula y expresan su arrepentimiento.
La advertencia fue publicada este miércoles a través de un «Monitum» (advertencia canónica oficial) firmado por el cardenal Joseph Ratzinger, y por el arzobispo Tarcisio Bertone, respectivamente presidente y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El pasado 29 de junio, el argentino Rómulo Antonio Braschi, fundador de una comunidad cismática, pretendió conferir la ordenación sacerdotal en suiza a las mujeres católicas Christine Mayr-Lumetzberger, Adelinde Theresia Roitinger, Gisela Forster, Iris Müller, Ida Raming, Pia Brunner y Angela White.
El documento vaticano, siguiendo las indicaciones del Código Derecho Canónico (canon 1347 § 1) advierte formalmente a estas mujeres de que incurrirán en excomunión reservada a la Santa Sede si, antes del 22 de julio de 2002, no respetan dos condiciones.
En primer lugar, deben reconocer «la nulidad de las "órdenes" recibidas de un obispo cismático y en contraste con la doctrina definitiva de la Iglesia».
En segundo lugar, tendrán que declararse «arrepentidas» y pedir «perdón por el escándalo causado entre los fieles».
El «Monitum» recuerda la doctrina de la Iglesia católica en la materia, expresada por Juan Pablo II en la carta apostólica «Ordinatio sacerdotalis» (1994), según la cual, «no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia» (n. 4).
«La "ordenación sacerdotal" realizada no es sino la simulación de un sacramento, y por ello resulta inválida y nula, y constituye un grave delito contra la constitución divina de la Iglesia», sigue explicando el breve documento.
«Ya que el obispo "ordenante" pertenece a una comunidad cismática, se trata, además, de una grave ofensa contra la unidad de la Iglesia», aclara.
Por último, el cardenal Ratzinger y monseñor Bertone aseguran que «lo sucedido, lejos de contribuir, perjudica a una auténtica promoción de la mujer, la cual ocupa un lugar peculiar, específico e insustituible en la Iglesia y en la sociedad».
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Jul 10, 2002 00:00