En un telegrama enviado al cardenal Jaime Sin, arzobispo de Manila, el Papa asegura su cercanía espiritual a «todos los golpeados por esta tragedia» e invita a la solidaridad «en un momento tan difícil para la nación».
El balance provisional de los destrozos causados por el tifón y las lluvias habla de 20 mil personas evacuadas, dos mil casas destruidas, y daños en la agricultura por millones de dólares. Entre las últimas víctimas, se encuentran una niña de tres años y sus dos abuelos, sepultados por una de los derrumbes de tierra provocadas por las aguas.