Asesinada a sangre fría una religiosa en Colombia

Asistía a ancianos y jóvenes pobres y promovía la paz en la región

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BOGOTÁ, 16 julio 2002 (ZENIT.org).- La hermana Marta Inés Vélez, de 44 años, fue asesinada el domingo en la noche en la localidad colombiana de Mogotes (región de Santander) por un hombre que se cubría el rostro con un pasamontañas, tras haber preguntado por ella.

Con una celebración litúrgica y banderas blancas a media asta, los habitantes del municipio protestaron este lunes por el crimen que tuvo lugar en el Instituto Amparo de Madres «Marcelino», casa de acogida para ancianos y jovencitas pobres dirigido por la misma religiosa, que pertenecía a la comunidad de la hermanas Pobres de San Pedro Claver.

Dos encapuchados llegaron el domingo hasta el centro, que auxiliaba a 50 ancianos y a 45 jovencitas.

Según el testimonio de una de las compañeras de la hermana Marta, originaria de Antioquia (Colombia), se escucharon tres disparos contra una de las puertas de ingreso y una voz gruesa que insistentemente repetía: «Salgan porque sino lo hacen les damos candela» De inmediato, las niñas que regresaban de vacaciones corrieron a proteger sus vidas.

Los desconocidos se metieron por un pasillo y en uno de los corredores se encontraron con la religiosa. «Uno de ellos le preguntó: ¿Usted es la hermana Marta?, cuando ella respondió que sí, le dispararon al cuello», aseguró la testigo.

La monja fue trasladada de inmediato al hospital local San Pedro Claver, donde falleció, pese a los esfuerzos de los médicos.

Para el alcalde de Mogotes, Norberto Tijo, la vida del pueblo cambió porque la muerte de la religiosa católica fue un atentado contra la vida de la región.

«¿Los límites de la violencia que vivimos en Colombia son terribles –añadió–. El crimen definitivamente nos cambia la vida a todos en Mogotes, porque si la mataron a ella, que solo trabajaba por la comunidad, le pueden hacer algo a cualquiera de nosotros».

La madre Marta Vélez era la delegada de las comunidades religiosas ante la Asamblea Municipal Constituyente, creada en Mogotes para promover procesos de paz. La creación de esta estructura sirvió para que el municipio recibiera en 1998 el Premio Nacional de Paz.

Sin embargo, en los últimos dos meses se volvió a deteriorar el orden público en el municipio, con la muerte de dos líderes campesinos. Unas 200 familias organizaron una manifestación de tres días para protestar por la tensión y violencia provocada por la guerrilla y grupos de autodefensa.

El padre Luis José Rueda, vicario cooperador de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá, calificó de «tragedia» el crimen de la religiosa.

El padre Rueda reveló que no se conocían ningún tipo de amenazas contra la religiosa. «Mataron a una líder de los pueblos, porque en Colombia el Evangelio del señor se convirtió en signo de contradicción», dijo.

Para el general Jorge Daniel Castro Castro, comandante de la Policía en Santander, todavía es prematuro hablar de hipótesis o posibles autores del crimen.

En similares circunstancias, con un disparo en el cuello, el 2 de octubre de 1990 fue asesinado en Colombia el padre José Antonio Beltrán Monsalve.

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ZENIT Staff

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