Confirmada la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta

Promulgados ante el Papa los decretos de la Congregación para las Causas de los Santos

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CIUDAD DEL VATICANO, 20 diciembre 2002 (ZENIT.org).- En presencia de Juan Pablo II, se promulgaron en la mañana de este viernes en el Vaticano siete decretos de reconocimiento de otros tantos milagros atribuidos a la intercesión de los ya futuros beatos, tres hombres y cuatro mujeres. Entre ellos, figura la Madre Teresa de Calcuta, cuya beatificación tendrá lugar en el 2003.

Igualmente se promulgaron otros siete decretos de reconocimiento del segundo milagro atribuido a la intercesión de siete beatos, con el que se abren las puertas a su canonización.

En la misma ceremonia, además de reconocerse las virtudes heroicas de la Madre Teresa de Calcuta, se hizo lo mismo con otros tres bautizados, decreto que les permite avanzar un escalón más hacia el reconocimiento oficial por parte de la Iglesia católica de su santidad de vida.

Los decretos reúnen en total a nueve mujeres y ocho hombres: dos obispos, un sacerdote diocesano, cuatro sacerdotes religiosos, ocho religiosas y dos laicos.Trece son fundadores o fundadoras de institutos de vida consagrada.

Futuros beatos

La Madre Teresa de Calcuta Gonxha Bojaxhiu (1910-1997) se transformó en el siglo XX en un emblema mundial de la caridad cristiana, explicó ante el Papa, cardenales, obispos, religiosos y laicos presentes el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos

Originaria de Macedonia, la religiosa descubrió en Calcuta el rostro de Cristo sufriente en el de los pobres más abandonados. Fundó las Misioneras y los Misioneros de la Caridad y goza de una sólida fama de santidad a nivel mundial.

El fundador de la «Familia Paulina» y gran apóstol de los medios de comunicación social, el italiano Don Giacomo Alberione (1884-1971), también será beatificado próximamente.

Además, el Santo Padre beatificará durante su próximo viaje a Croacia a dos croatas: la madre María de Jesucristo Crucificado Petkovic (1892-1966) y el joven laico Ivan Merz (1986-1928).

La religiosa, tras las huellas de San Francisco de Asís, fundó la Congregación de las Hijas de la Misericordia para la educación de las jóvenes y la asistencia de los niños pobres y enfermos.

Ivan Merz, gran filósofo y promotor de la Acción Católica en Croacia, se dedicó a la formación cristiana de la juventud fomentando la vida litúrgica, la devoción eucarística y la cultura católica.

La lista incluye igualmente al belga Valentino Paquay, (1828-1905), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores. Desde el convento de Hasselt (Bélgica), irradió su fervor apostólico en la predicación, en la confesión y en la dirección espiritual de la Tercera Orden Franciscana.

Otra de las futuras beatas, la madre Bonifacia Rodríguez Castro (1837-1905), de origen español, fundó la Congregación de las Siervas de San José para la promoción social y cristiana de las obreras, a quienes formó mediante el trabajo, la imitación de la Sagrada Familia de Nazareth y la oración.

Por su parte, la religiosa italiana Giulia Salzano (1846-1929) consagró su juventud a la educación de los niños. Fundó en la localidad italiana de Casoria las hermanas Catequistas del Sagrado Corazón para la evangelización de la región.

Futuros santos

La Iglesia celebrará también, de acuerdo con los decretos promulgados este viernes, las próximas canonizaciones de siete beatos. A la intercesión de cada uno de ellos se atribuye un segundo milagro que permite su inclusión en el santoral.

El beato italiano Daniele Comboni (1831-1881) será uno de ellos. Fundador de los misioneros combonianos, la evangelización de África «a través de África» absorbió su vida.

El obispo de Przemysl de los Latinos (Polonia), el beato de origen polaco Giuseppe Sebastiano Pelczar, fundó la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Fue una figura ejemplar como pastor y maestro de vida para sacerdotes, religiosos y laicos.

La lista se enriquece igualmente con otras dos grandes almas misioneras: los beatos Arnoldo Janssen (1837-1909) –fundador de origen alemán de la Sociedad del Verbo Divino, de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo y de las Siervas del Espíritu Santo de la Adoración Perpetua— y su hijo espiritual, Giuseppe Freinademetz (1852-1908), italiano, sacerdote profeso del Verbo Divino.

Las próximas canonizaciones incluirán finalmente a Maria de Mattias (1805- 1866), religiosa italiana; Ángela de Cruz Guerrero González (1846-1932), religiosa española y fundadora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz para ayudar a los más pobres; y Virginia Centurione, viuda de Bracelli (1587-1651); la fundadora italiana de las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio en el Monte Calvario, ingresó en un convento después de enviudar y haber criado a sus hijos.

Virtudes heroicas

Por otra parte, la Congregación para las Causas de los Santos promulgó los decretos de reconocimiento de las virtudes heroicas de un sacerdote y dos religiosas, además incluir también a la Madre Teresa.

El sacerdote italiano Carlo Gnocchi (1902-1956) fue descrito por el Pablo VI –cuando era aún arzobispo— como una «bella y pura figura de sacerdote, de escritor, de capellán militar y de fundador de la “Pro Juventute”, una institución surgida de las heridas más amargas de la guerra, en favor de los pequeños mutilados».

La religiosa alemana Maria Teresa de San José Tauscher Van Den Bosch (1855-1938), nacida en una familia luterana, se convirtió al catolicismo a los treinta y tres años de edad. La lectura de la vida de Santa Teresa de Jesús la orientó a la espiritualidad carmelitana. Fundó la Congregación de las Hermanas Carmelitas del Divino Corazón de Jesús.

Finalmente, la religiosa italiana Maria Crucificada –Rosa Curcio–, Fundadora de la Congregación de las Hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús, unió su dimensión contemplativa con la apostólica, dedicando su vida a la evangelización de las familias y a la educación cristiana de la juventud.

«Todos estos Siervos de Dios –afirmó ante el Papa el cardenal Saraiva Martins— desarrollaron un intenso apostolado, y con el testimonio de sus obras y de la santidad, han escrito páginas importantes en la Iglesia de su tiempo y de su entorno. Son considerados auténticos testigos de Cristo y maestros de fidelidad al Evangelio».

«Incluso tras su muerte –añadió— siguen edificando el reino de Dios, sosteniendo la fe y la piedad de sus pueblos mediante la herencia de su ejemplo y de su enseñanza y a través de su intercesión».

«El magisterio de estos hombres y mujeres es vivo y actual. Vuelve a proponer la centralidad de Cristo en la vida de la Iglesia y del cristiano», afirmó finalmente el cardenal Saraiva en presencia de Juan Pablo II.

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ZENIT Staff

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