El secreto de la Madre Teresa, una enamorada de Jesús

Habla el postulador de la causa de beatificación, el padre Kolodiejchuk

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ROMA, 20 diciembre 2002 (ZENIT.org).- ¿El secreto de la Madre Teresa de Calcuta? El padre Brian Kolodiejchuk, M.C., postulador de su proceso de beatificación, responde sin dudar un momento a esta pregunta: «Era una mujer totalmente enamorada de Jesús».

Al publicarse el decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a la intercesión de la religiosa albanesa (1910-1997) que abre las puertas de su beatificación, el padre Kolodiejchuk, cofundador de la rama sacerdotal de los Misioneros de la Caridad, comenta a Zenit algunos de los aspectos más sobresalientes de su figura surgidos al concluir una ingente investigación recogida en 80 volúmenes.

–La Madre Teresa impresionó al mundo por su entrega a los pobres de entre los pobres. ¿Cómo fue posible para una frágil mujer adentrarse sin miedo en las calles de Calcuta y de todo el mundo para curar las llagas de leprosos o acariciar a los «parias» de las sociedades modernas?

–Creo que la clave de su vida está precisamente en el hecho de que era una mujer totalmente enamorada de Jesús. Hemos encontrado escritos de su juventud en los que confesaba que Jesús fue su primer amor. Hablaba como una muchacha enamorada.

Para ella su entrega a los más necesitados, a los pobres entre los pobres, era la respuesta a una llamada. Incluso en los momentos de oscuridad, estaba convencida de que se trataba de una auténtica llamada de Jesús. Estaba convencida de esa frase que repetía con frecuencia: «God’s work» (obra de Dios). Se sentía como un lapicero de Dios, su instrumento.

–Toda beatificación es un mensaje para el mundo. ¿Cuál es el mensaje que lanza la Iglesia al anunciar la beatificación de la Madre Teresa?

–Su mensaje central es el amor: hacia Dios, no sólo hacia el prójimo. En los momentos en que recibió la llamada a fundar la Congregación de las Misioneras de la Caridad, sintió una dura prueba interior, fue una experiencia espiritual en la que no sentía consolación. Sin embargo, también en estos momentos de prueba fue el amor quien le llevó a responder a su misión. En una ocasión, al darle un reconocimiento público, la primera ministra de India, Indira Gandhi, dijo más o menos estas palabras: «En este mundo de hoy, tan frenético, es fácil olvidar las cosas más esenciales. La Madre Teresa nos enseña que lo más esencial es el amor».

Al mismo tiempo, su vida esta llena de ejemplos de amor a los demás, no sólo a los pobres, sino también a todas las personas con quienes se encontraba: las hermanas Misioneras de la Caridad, las personas que la visitaban. En realidad, la Madre Teresa nos deja el mensaje de hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario. Cuando se dirigía a las personas con quienes se encontraba, decía que esta actitud no debe vivirse sólo con los pobres: hay que comenzar amando a los miembros de la familia, que tienen necesidad de una palabra de aliento, hay que empezar ayudando al vecino que quizá necesita escribir una carta a alguien, hay que comenzar ofreciendo una sonrisa al necesitado.

Ahora bien, hemos podido comprobar cómo la fe es también una de sus virtudes características, pues de otro modo no se puede amar de ese modo, desde la mañana hasta la noche, durmiendo tres o cuatro horas en la noche, entregándose cada uno de los días de su vida a los más necesitados.

–¿Cuál ha sido el desafío más grande del proceso de beatificación?

–Ha habido dos tareas particularmente difíciles. La primera, recoger o buscar todas las informaciones disponibles, pues se trataba de recolectar material, testimonios, hechos procedentes de personas de todo el mundo. En el proceso, hemos recopilado más de 8.000 documentos, 80 volúmenes de documentación con testimonios y escritos. En el proceso, han testimoniado sobre su vida, virtud y fama de santidad 113 personas. Ahora bien, otros centenares de personas, al no poder desplazarse, han enviado su testimonio. No nos hemos contentado con hacer el trabajo indispensable. Hemos hecho mucho más que lo mínimo, pues este trabajo ha servido para comprender mejor su figura.

El segundo desafío ha consistido en escribir la «Positio», el documento en el se recogen todos estos testimonios, hechos, documentos, para fundamentar la postulación de su causa de beatificación. Al haber tanto material no era nada fácil. Hemos contado con un equipo realmente muy bueno conformado por sacerdotes, religiosas y laicos, voluntarios, que han hecho posible toda esta labor.

–¿Han descubierto aspectos escondidos hasta ahora de la Madre Teresa al realizar esta enorme investigación?

–Hemos podido comprender que su sencillez escondía en realidad una profundidad que muy pocos habían comprendido y ni siquiera imaginado. Ya antes de los 36 años, cuando comenzó las Misioneras de la Caridad, en sus escritos demuestra una madurez espiritual sorprendente. Sabíamos que una persona con esta fama de santidad mundial y la extraordinaria atracción que ejercía debía tener algo. Pero, ¿qué era? Esta era su secreto. Su profundidad, su vida espiritual, su amor incluso en las pruebas quedan ahora al descubierto.

–En los últimos meses se ha hablado de la «noche obscura» que, al igual que los místicos, sintió en períodos importantes de su vida la Madre Teresa de Calcuta. ¿En qué consistió?

–El fruto espiritual viene del sacrificio, de la cruz. Antes de la inspiración de su obra, ya había tenido una experiencia de oscuridad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta «noche», este sufrimiento interior, es fruto de su unión con Cristo, como sucedió con santa Teresa de Jesús, o Pablo de la Cruz. Por un lado se da la unión con Jesús y el amor une. Y al unirse a Cristo, comprendió el sufrimiento de Jesús cuando en la Cruz gritó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

Ahora bien, esta «noche», este sufrimiento, es provocado también por el apostolado, el amor a los demás. Amando a Cristo, comprende también el sufrimiento de los demás, su soledad, y también su alejamiento de Dios.

La «noche obscura» de la Madre Teresa se debió, por tanto, a la doble dimensión que vive el amor de los religiosos: en primer lugar, la «esponsal», su amor a Cristo, que le lleva a unirse a sus sufrimientos, y, en segundo lugar, el amor «redentor», que lleva a compartir la redención, a anunciar a los demás el amor de Dios para que descubran la salvación a través de la oración y el sacrificio.

Por tanto, más que una prueba de fe, era una prueba de amor. Más que sufrir por la experiencia de no sentir el amor de Jesús, sufría a causa de su deseo de Jesús, su sed de Jesús, su sed amor. La meta la de la Congregación es precisamente saciar la sed de Jesús en la cruz a través de nuestro amor a él y nuestra entrega a las almas.

La Madre compartía no sólo la pobreza física y material de los pobres, sentía la sed, el abandono que experimentan las personas. De hecho, la pobreza más grande es no ser amado, ser rechazado. –Algunos periódicos o agencias de noticias han querido negar el carácter milagroso de la curación que ha abierto las puertas del proceso de beatificación a la Madre Teresa de Calcuta. ¿Cuál es la verdadera historia?

–Se trata del caso de una mujer india, Monika Besra, que experimentó la curación en septiembre de 1998. Por un lado, padecía meningitis tubercular. Por otro, tenía una voluminosa tumefacción cística endoabdominal (un tumor) originada en el ovario derecho. Sin ninguna explicación médica, como después comprobó la Comisión científica que analizó el caso, esta voluminosa tumefacción desapareció. Es verdad que la meningitis tubercular pudo haberse curado, como han dicho algunos periódicos, por efecto de la medicina. Pero éste no fue el milagro: el milagro fue la repentina (en una noche) e inex
plicable curación de ese tumor en el vientre que daba la impresión de que la mujer estaba embarazada de seis meses.
ZS02122001

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ZENIT Staff

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