RESISTENCIA (ARGENTINA), 23 diciembre 2002 (ZENIT.org).- En medio del debate nacional ocasionado últimamente por el hambre, los argentinos no han hablado aún de «las causas internas de la pobreza», constató el arzobispo de Resistencia, capital de la provincia de Chaco (al noroeste del país).
Monseñor Carmelo Giaquinta indicó que ahí se encuentra la verdadera causa, y que el hambre no es sólo efecto «del derrumbe del 20 de diciembre» de 2001, según recogió la Agencia católica AICA el miércoles pasado.
En cuanto a posibles reformas o soluciones en el país, advirtió el prelado, «las elecciones adelantadas, si no son acompañadas por una profunda reforma moral de los partidos, sólo es esperable el acrecentamiento de la pobreza y descender un peldaño más en el abismo en el que hemos caído».
Además, en opinión de monseñor Giaquinta, la actitud del presidente de la nación, Eduardo Duhalde, «enfrió el propósito de enfrentar en serio la pobreza, que enunció el 14 de enero pasado al inaugurar la Mesa del Diálogo Argentino».
En cualquier caso, según alentó el prelado, los argentinos deben dialogar sobre las causas de la pobreza en el país y buscar soluciones «a partir de nuestro esfuerzo», reconociendo los dones que Dios les ha dado: «la existencia, la inteligencia, la voluntad, los dos brazos, el sentido de la solidaridad, el diálogo, y la tierra».
Al expresar su desacuerdo con los partidarios de romper con los organismos internacionales, monseñor Giaquinta recordó que los pactos hay que cumplirlos, aunque sin dejar de preguntarse «qué condiciones vamos a aceptar» y si se va a permitir que «nos impongan la política demográfica que a ellos les parezca».
«Sus directivos –y este año los hemos conocido con toda su ferocidad– no se andan con chiquitas», advirtió citando una frase de McNamara al asumir la presidencia del Banco Mundial en 1968.
Dijo entonces McNamara: «El Banco Mundial hace saber a los Estados en desarrollo que el rápido crecimiento demográfico les impide su desarrollo potencial, y que se deben buscar posibilidades para financiar tanto programas de colaboración conjunta como otros programas de investigación, de cara a disponer de planificación familiar más eficiente».
Subrayando esta explícita política demográfica, el arzobispo de Resistencia cuestionó finalmente si en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional no se produciría alguna discusión al respecto.