CIUDAD DE MÉXICO, 14 enero 2003 (ZENIT.org).- El arzobispo primado de México advirtió este domingo del riesgo de perder la identidad cristiana, «un peligro real para todos».
Así lo manifestó en la homilía pronunciada en la fiesta del Bautismo del Señor el cardenal Norberto Rivera durante la Eucaristía celebrada en la Catedral Metropolitana.
Cristo, a la edad de 30 años, se mezcla entre la muchedumbre que se acerca a Juan el Bautista para pedir el bautismo.
«Lo maravilloso del bautismo que hoy celebramos –explicó– está en la revelación que la voz misma de Dios Padre nos hace: “Este es mi hijo muy amado, escuchadle”.
El bautismo de Jesús inaugura la etapa nueva y definitiva de la vida de Jesús. «En su bautismo es presentado oficialmente al mundo –por su Padre– como el Mesías que habla y actúa con autoridad», continuó.
De esta forma, el bautismo de Jesús es el sello de su «personalidad», de su «misión», de su «identidad», identidad que Jesús siempre manifestó con claridad, según precisó el purpurado.
«También para nosotros el bautismo es el sello de nuestra personalidad, de nuestra identidad y de nuestra misión. Perder la identidad se llama “alienarse” y, según el Papa, en el texto de Centesimus Annus, es un peligro real para todos».
En este sentido, el arzobispo primado de México enumeró algunos caminos de alienación más frecuentes en la actualidad, como descuidar el ser por querer aparentar, el consumismo, invertir medios por fines o la búsqueda exclusiva de ganancias con desprecio de las personas.
Son también ejemplos de la pérdida de la identidad cristiana recibida en el bautismo el hecho de «no reconocer la dignidad de todos los seres humanos, el egocentrismo que no busca trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia del don de sí a los demás», trivializar el placer y despreciar la vida, y usar e instrumentalizar a los demás, aclaró el cardenal Rivera.
