BAGDAD, 13 febrero 2003 (ZENIT.org).- El cardenal Roger Etchegaray, enviado especial del Papa a Irak, viajó este jueves al norte del país, a la localidad de Mosul, para reunirse con la comunidad cristiana, en espera de ser recibido por el presidente Sadam Huseín.
El purpurado celebró una misa en esa ciudad, en cuya región se encuentra el mayor número de católicos del país, casi todos de rito caldeo, y tiene previsto regresar el viernes a Bagdad.
Si bien no se ha anunciado la fecha de su encuentro con el presidente iraquí, fuentes no confirmadas consideran que, podría tener lugar el sábado, 24 horas después de la audiencia concedida por Juan Pablo II al viceprimer ministro Tarek Aziz, y de la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que se escuchará el nuevo informe de los inspectores de la ONU sobre el desarme iraquí.
Comentando la misa que presidió este miércoles por la paz en la Iglesia caldea de San José en Bagdad, el cardenal Etchegaray confesó a los micrófonos de Radio Vaticano la conmoción que le provocaron las oraciones de los católicos iraquíes.
«Era una gran muchedumbre recogida profundamente en oración, pues los católicos, al igual que la población iraquí en su conjunto, sienten la amenaza de la guerra –explica–. Sin embargo tienen la esperanza de que, a través de la oración y de todo lo que es posible hacer con medios humanos, se pueda alcanzar todavía la paz».
«Es necesario creer en la paz hasta el último momento», recalca, «hasta el último segundo», «hasta el agotamiento de los recursos que se encuentran en todo hombre de buena voluntad», «en la población, pero sobre todo en los responsables de la sociedad, tanto en Irak como en la comunidad internacional».
