A esta pregunta ha respondido uno de los colaboradores más cercanos del Papa en esta misión, el arzobispo Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, ilustrando la obra evangelizadora y de magisterio de la Iglesia, particularmente en cuatro áreas específicas.

En primer lugar, dijo el prelado, que ha sido durante 16 años observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas de Nueva York, la Iglesia trabaja por la paz promoviendo «el desarrollo de los pueblos más pobres y necesitados» pues, según explicó Pablo VI, «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz».

En segundo lugar, citó las intervenciones «diplomáticas eclesiales» orientadas a «sostener e intensificar la defensa de los derechos humanos de toda persona, especialmente de los más débiles» pues, según dijo el Papa Juan XXIII en la «Pacem in Terris», «no puede haber paz sin respeto y realización de estos derechos».

En tercer lugar, monseñor Martino ilustró la acción pacificadora de la Iglesia que busca «prohibir o al menos limitar la proliferación de las armas, origen del desencadenamiento de las guerras en la historia humana».

Por último, el arzobispo italiano describió las «intervenciones eclesiales orientadas a favorecer la composición de los conflictos en acto y la prevención de otros posibles conflictos».

Al concluir su intervención este jueves en un Seminario organizado por el Instituto de Derecho Internacional para la Paz «Giuseppe Toniolo» de la Acción Católica Italiana en Roma, Martino explicó que ésta es precisamente la labor que está desempeñando con todas sus energías Juan Pablo II para «alejar del horizonte regado de sangre la terrible amenaza de una guerra que podría abatirse sobre Oriente Medio».