CIUDAD DEL VATICANO, 13 febrero 2003 (ZENIT.org).- Ante los obispos amigos de los Focolares, el Papa manifestó este jueves la importancia de que la espiritualidad de comunión anime de forma cada vez más incisiva la vida y la actividad del pueblo cristiano.
Casi cien obispos amigos del Movimiento de los Focolares acudieron al encuentro con el Santo Padre.
Procedentes de 45 países y encabezados por el cardenal arzobispo de Praga, Miloslav Vlk, celebran estos días cerca de Roma –en Castel Gandolfo– el congreso espiritual sobre el tema «Espiritualidad de comunión: unidad eclesial y fraternidad universal».
El encuentro responde a la carta apostólica «Nuovo millennio ineunte» de Juan Pablo II, que invita a «promover una espiritualidad de comunión» y a «hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión».
«La “espiritualidad de comunión” –explicó el Papa a los obispos– se articula en diferentes elementos que hunden sus raíces en el Evangelio y resultan enriquecidos por la contribución que a toda la comunidad cristiana ofrece el Movimiento de los Focolares, comprometido en testimoniar la “espiritualidad de la unidad”».
Entre estos elementos, Juan Pablo II quiso recordar «la unidad como “testamento” que dejó Jesús a sus discípulos (Cfr. Jn, 17), el misterio de Cristo crucificado y abandonado como “camino” para alcanzarla», la Eucaristía como vínculo de comunión, la acción unificadora del Espíritu Santo en la Iglesia y la presencia de la Virgen María, Madre de la unidad.
El carácter dinámico de la espiritualidad de comunión «deriva del vínculo existente entre el amor de Dios y al amor al prójimo», subrayó el Santo Padre.
«Es indispensable, en esta perspectiva –añadió–, aprender el arte de “santificarse juntos”, en un camino personal y comunitario».
También insistió en la importancia de una comunión cada vez más orgánica entre la dimensión institucional y la dimensión carismática de la Iglesia.
Como recordó el Papa, la «espiritualidad de comunión» imprime un renovado impulso al ecumenismo y abre grandes posibilidades para el diálogo interreligioso, un diálogo que sin embargo «no puede estar basado en el indiferentismo religioso».
Juan Pablo II advirtió de que el esfuerzo de construir una espiritualidad de comunión requiere la superación de cualquier dificultad, incomprensión e incluso fracaso.
Sin embargo, «es necesario proseguir sin pausa en el camino emprendido, confiando el auxilio de la gracia divina, para dar vida a una auténtica “unidad eclesial” y a una sólida “fraternidad universal”», concluyó.
El Movimiento de los Focolares fue fundado en 1943 por Chiara Lubich –quien aún lo preside–. Está difundido en 182 naciones y cuenta con más de 140.000 miembros y más de dos millones de colaboradores y simpatizantes.
Más información en http://www.focolare.org.