MADRID, 19 febrero 2003 (ZENIT.org).- Se concluyó este martes en Madrid el Congreso «La Familia en la sociedad del Siglo XXI», organizado entre otros por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España.
En esta entrevista, José Ramón Losana, presidente de la Federación Española de Familias Numerosas, analiza la situación.
--¿Han sido ustedes invitados a participar?
--José Ramón Losana: Institucionalmente no y puedo asegurarle que creo que es el primer evento de este tipo que se celebra en los últimos años y no se cuenta con la Federación. Creo, sin falsa modestia, que somos una organización familiar de referencia, para instituciones públicas y privadas, para asociaciones, para medios de comunicación, etc. Somos una entidad con una larga trayectoria en cuanto a defensa de los derechos de las familias, ya que la Federación se fundó en 1967. Actualmente contamos con más de 50 asociaciones en toda España, a través de las cuales representamos al millón y medio de familias numerosas que hay en nuestro país. Creo, sin duda, que la Federación Española de Familias Numerosas, que por cierto acaba de ser declarada entidad de utilidad pública, sabe bastante de familia, conoce sus necesidades y sus problemas y hubiera sido un ponente destacado en un Congreso sobre la familia.
--¿Cree que efectivamente la familia está en crisis?
--José Ramón Losana: Rotundamente no. Puede que haya habido crisis de algunos valores que algunos sectores se empeñan en relacionar con una supuesta crisis de la familia. Pero no es así, la familia fruto del matrimonio entre un hombre y una mujer sigue totalmente vigente, para los católicos y también para aquellas personas que no establecen un compromiso religioso, pero sí civil. No olvidemos que el 97% de los hogares españoles se fundamenta en el matrimonio.
--Los llamados «nuevos modelos de familia», ¿son efectivamente esto o son, como dicen algunos sociólogos, intentos fallidos de formar una familia completa?
--José Ramón Losana: No, no creo en la definición de nuevos «modelos de familia». A nadie con sentido común se le ocurre mencionar «nuevos modelos» de padres, o de hijos, o de madres, o de hombre o de mujer. Otro asunto es que se estén dando de manera más común, puesto que siempre han existido situaciones como madres solteras, personas que viven solas, separados (legalmente o no, siempre han existido) hermanos huérfanos, hermanos que viven juntos, parientes que viven juntos, casados que viven con otra pareja, soltero que vive con soltera, personas heterosexuales que viven juntas sin ningún vínculo jurídico y también personas homosexuales que comparten la misma vivienda, etc. Repito, estas circunstancias siempre han existido, por lo que no sé por qué muchos se empeñan en llamarlas «nuevos modelos de familia». No cabe duda de que hay muchas situaciones que se dan de hecho como consecuencia de haber fracasado el proyecto inicial. Me explico: un hombre y una mujer que deciden unirse en matrimonio y pasado un tiempo (a veces a los pocos días, a veces a los muchos años) ese proyecto, que inicialmente era, sin lugar a dudas, con carácter de estabilidad y continuidad, fracasa y da lugar a otras situaciones cuyo origen ha sido el fracaso indicado. Algunas de esas nuevas situaciones son, por tanto, en la mayoría de los casos, consecuencia de fracasos anteriores (sin entrar a valorar de quien es la culpa). No cabe duda de que cualquier relación filial entre padres o madres e hijos corresponde a una situación familiar; lo que no podemos confundir son relaciones familiares estables sujetas al ordenamiento jurídico con otro tipo de relaciones convivenciales. Personalmente, me niego a tener que aceptar como «modelo de familia» la convivencia de dos personas adultas con una relación sexual (afectiva, la llaman algunos) y al margen del matrimonio. Me parece legítimo que cada uno viva como quiera, que en el ejercicio de su libertad elija el modo en el que quiere vivir, pero lo que no es lógico es que pretendan la equiparación u homologación con el matrimonio, con la familia fundamentada en el matrimonio. Son realidades diferentes y, por tanto, deben regularse de manera diferente y deben protegerse de manera distinta y en función de lo que aportan al conjunto de la sociedad, de cómo contribuyen al bien común.
--¿Cuáles son los problemas más graves a los que se enfrenta la familia en el siglo XXI?
--José Ramón Losana: Más que problemas, la familia en España se enfrenta a una falta de protección y respaldo por parte de los poderes públicos, como lo demuestra la escasa inversión que se hace en este capítulo en nuestro país, que es tres veces menor de lo que destina de media el resto de Estados de la Unión Europea. Durante las últimas décadas ha habido intentos de desprestigiar a la familia y, aunque no lo han conseguido, esos intentos por desprestigiarla han tenido unos efectos negativos, ya que han ido acompañados de una casi total ausencia de políticas familiares, de medidas que apoyaran a las familias, especialmente a aquellas con hijos. Esto ha supuesto que la familia ha estado abandonada por las administraciones durante varios años. La institución familiar goza del reconocimiento social, es la institución mejor valorada por los ciudadanos, que le conceden una puntuación de 9,37 sobre 10, según el Eurobarómetro, pero este reconocimiento social debe traducirse en un apoyo de la Administración, que no debe olvidar que la familia es el elemento de cohesión social, y la familia con hijos, el motor de desarrollo económico y social, la que garantiza el relevo poblacional y, por tanto, el progreso. Hay que respaldar y proteger a la familia, facilitar, de manera real, que puedan decidir libremente tener los hijos que quieran. Se debe incentivar la natalidad y apoyar a aquellas familias que ya tienen muchos hijos porque son las que más están aportando a la sociedad.
--Se habla mucho del desánimo de los padres frente a la educación de los hijos, cada vez hay más padres que tiran la toalla. ¿Qué opina al respecto?
--José Ramón Losana: Es verdad que existe una gran confusión y un importante desánimo de los padres en la educación de sus hijos. No es fácil educar, educar bien. Los factores que contribuyen a esta situación son múltiples y complejos. Los padres debemos de formarnos adecuadamente para educar a nuestros hijos. Dedicamos muchas horas, muchos años en adquirir una adecuada formación académica y profesional, pero poco tiempo a formarnos como padres. No basta el sentido común (que no es el común de los sentidos) para educar a nuestros hijos. Debemos profesionalizarnos para ser buenos padres. Debemos «pasar» más tiempo con nuestros hijos, debemos saber ejercer nuestra autoridad, no autoritarismo, con nuestros hijos. Hay un exceso de permisividad en las exigencias familiares: costumbres horarias, esfuerzo, dinero, etc. A veces resulta más fácil tirar la toalla; el no hacerlo supone esfuerzo constante, diálogo, ejemplo, coherencia en los planteamientos y en las sugerencias. Formar y educar a nuestros hijos debe ser la tarea prioritaria de los que somos padres.
--España es el país probablemente con menos natalidad del mundo. ¿Por qué cree que los españoles han dejado de tener hijos?
--José Ramón Losana: Efectivamente, España tiene una tasa de natalidad bajísima: 1,2 hijos por mujer, frente al 2,1 necesarios para el relevo generacional y hace sólo 30 años éramos uno de los países con mayor índice de fertilidad. ¿Qué ha pasado? En estas tres décadas ha habido profundas transformaciones sociales, un importante cambio cultural, un predominio de la cultura del consumo, el alto coste de la vida y la masiva incorporación de la mujer al trabajo. Todos estos factores han influido y especialmente el último, que ha sido un gran logro, pero ha tenido un efecto negativo sobre l
a natalidad por no ir acompañado de medidas que permitieran a la mujer compaginar ambos papeles. En España no está resulta la conciliación de vida laboral y familiar; la mujer que quiere trabajar fuera de casa sigue estando muy discriminada por su potencialidad para ser madre; por otra parte, el ama de casa está desprestigiada, cuando cumple una labor importantísima que no se paga. En definitiva, muchas mujeres se ven en la tesitura de elegir entre trabajo y familia y desgraciadamente eligen lo primero. Por eso es necesario que los poderes públicos legislen en favor de la maternidad y de la familia, que den incentivos fiscales y apoyo económico a aquellas empresas que tengan en cuenta al empleado no sólo como trabajador sino también como sujeto de una familia, aquellas que no penalicen a sus trabajadores en función de su situación familiar, número de hijos, etc., y las que promuevan acciones a favor de la maternidad, como por ejemplo la creación de guarderías en los propios centros de trabajo. También hay que facilitar que la mujer pueda incorporarse al trabajo en cualquier momento de su vida, para que no tenga que elegir entre su carrera profesional y su familia, sino que pueda desarrollar ambas. El periodo más fértil de la mujer coincide con un momento importante para su proyección laboral, ya que, terminada su formación, empieza a obtener experiencia y a hacerse un hueco en el mercado del trabajo. La naturaleza de la mujer no se puede cambiar, por eso hay que favorecer cambios en la otra parte de este binomio. La mujer tiene que poder incorporarse a un empleo en cualquier momento. Por último, es necesaria una total implicación del hombre en el cuidado de la familia, es decir, en la educación de los hijos y en las tareas domésticas, que deben ser compartidos a partes iguales por los dos cónyuges. No se puede cargar todo este peso sobre la mujer.
--¿Cree que el problema de las drogas en los jóvenes se soluciona sobre todo en la familia o existen otros factores igualmente influyentes?
--José Ramón Losana: La familia, la unidad familiar, es el mejor marco para estabilidad psíquica, psicológica, emocional, sociológica, educativa y personal para los miembros que la conforman. Ya sé que hay desgraciados casos en los que no es así, pero hablo en términos generales. La fuerza docente de la familia es innegable; es el único sitio en el que a cada uno se le valora, se le quiere, por quien es y no por lo que es. Si existe un mínimo de convivencia familiar, si existe verdadero cariño, cualquier problema serio, incluido el de las drogas, puede tener solución. No es nada fácil, supongo, no he vivido esa experiencia. Dicho lo anterior, hay que añadir que es fundamental en este y en tantos otros problemas existentes (alcoholismo, promiscuidad, enfermedades como el Sida, etc.) en el ambiente en el que nuestros hijos se desenvuelven, se relacionan. La influencia del medio exterior es muy importante y es mayor en la medida en que es más o menos débil el ambiente familiar. Tenemos que invertir en la familia de manera preventiva, de esa forma se evitarán graves problemas en nuestros jóvenes, en nuestra sociedad.
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Feb 19, 2003 00:00