Con este llamamiento, el pontífice concluye su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2003 que se celebrará el próximo 19 de octubre.
«La guerra y la injusticia tienen su origen en el corazón dividido», constata el Papa en su misiva. «Quien interioriza el misterio de Cristo –y el Rosario tiende precisamente a eso– aprende el secreto de la paz y hace de él un proyecto de vida» (Rosarium Virginis Mariae, 40), añade.
«Si el Rosario marca el ritmo de nuestra existencia –añade–, podrá transformarse en instrumento privilegiado para construir la paz en el corazón de los hombres, en las familias y entre los pueblos».
«Con María podemos obtenerlo todo de su Hijo Jesús –concluye su mensaje misionero–. Sostenidos por María, no dudaremos en dedicarnos con generosidad a la difusión del anuncio evangélico hasta los confines de la tierra».