ROMA, 21 febrero 2003 (ZENIT.org).- Cuando monseñor Fouad Twal, obispo católicos de Túnez, quiere expresar el sentido de la pequeña presencia católica en su país no lo duda dos veces: «Somos mensajeros de esperanza en medio de una masa musulmana».
El obispo, que se encuentra cumpliendo con su visita quinquenal «ad Límina Apostolorum» a Juan Pablo II y la Curia romana, hizo un llamamiento a todos los católicos para pedir «oración, visitas y colaboración» por sus hermanos en ese país, considerado como uno de los más seguros y estables del Magreb.
A pesar de la precariedad numérica de la Iglesia católica en el país y la falta de estructuras eclesiales adecuadas, el obispo aclara que «nuestra fuerza no viene de las estructuras o de la geopolítica, sino de Dios».
«Nuestra presencia se alimenta con la fe, los sacramentos y la renovación espiritual, y no sólo con la asistencia social», aclaró mientras recordaba la labor socio-cultural y sanitaria que ofrecen los católicos en Túnez.
«Estoy contento de la posición del Papa y de las conferencias episcopales contra la guerra» en Irak, afirmó monseñor Twal, que en sintonía con los demás obispos del Norte de África teme las consecuencias que el ataque acarrearía para su país.
En Túnez, según el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, hay 22.000 católicos bautizados, en medio de una población de casi diez millones de habitantes, en un 98% musulmanes.
