PALERMO, 18 marzo 2003 (ZENIT.org – Avvenire).- La renovación en la Iglesia exige redescubrir los ministerios de la Iglesia y relanzar la espiritualidad de los obispos, los sacerdotes, los diáconos y los laicos, constata el cardenal Darío Castrillón Hoyos.
El prefecto de la Congregación para el Clero dejó este mensaje a la Semana de la Fe organizada en Palermo por el cardenal Salvatore De Giorgi, que concluyó el sábado pasado.
En el encuentro se constató la urgencia de volver a las raíces de una enseñanza evangélica, anunciada y testimoniada en todos los rincones de la sociedad, objetivo que sólo se puede alcanzar con la formación y la oración.
«La sociedad y las naciones tienen necesidad, en este trágico momento histórico, de auténticos sembradores de la concordia y del respeto recíproco –dijo el cardenal Castrillón–, de hombres que colmen sus propios corazones con la paz de Cristo y la lleven a los demás en las casas, en las oficinas e instituciones, en los lugares de trabajo, en el todo el mundo».
El cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos, tocó la misión de estos últimos subrayando que «son maestros de la fe».
Los obispos, según explicó el purpurado, «en la actualidad adoptan frecuentemente posturas a través de cartas pastorales sobre las grandes cuestiones del momento».
De esta manera ofrecen «una respuesta a la luz de la fe respecto a problemas de actualidad y a novedades que se presentan a la humanidad, tanto en el terreno del conocimiento como en el de la técnica».
«Pero el obispo –añadió– es también dispensador de la gracia y guía del pueblo».
El cardenal Castrillón se centró en los sacerdotes y diáconos al preguntarse: «¿Cómo alcanzar el Espíritu de Cristo, que nos hace testigos de su don, si no volvemos a la práctica frecuente y regular de la confesión individual y si no volvemos a la celebración profundamente vivida de la Misa?».
En este contexto, monseñor Vincenzo Zani, subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica, recalcó la necesidad de prestar atención «a la pastoral vocacional y a la formación de los futuros presbíteros».
«Es el amor lo que puede atraer, también hoy, a los jóvenes a dejar todo y a seguir a Dios», observó.